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Ese conocimiento que la razón tecnocrática ignora (trilogía para Fuera de Clase)

Cómo hacer una incubadora

El verano pasado inicié una trilogía para el blog colectivo Fuera de Clase sobre el conocimiento que la razón tecnocrática ignora, que acabo de concluir hoy.

La trilogía se compone de: (1) un aviso, (2) una alabanza y (3) una vindicación del cuidado o mimo necesario para mantener con vida los formatos experimentales y colaborativos de conocimiento que la razón tecnocrática ignora y pone en peligro…

Os dejo por aquí los enlaces para leer la trilogía completa, así como unos PDFs que he hecho de los posts para poder leerlo con mayor calma:

(1) “¿Del doctor como el mejor gobernador?

Podéis descargar el PDF aquí

(2) “¿El estallido de comunidades epistémicas experimentales?

Podéis descargar el PDF aquí

(3) “Vulnerabilidad y mimo de la experimentación del cualquiera

Podéis descargar el PDF aquí

4 replies on “Ese conocimiento que la razón tecnocrática ignora (trilogía para Fuera de Clase)”

[…] Porque esto de investigar junto con las “cobayas auto-gestionadas” –aquellas que se han empoderado fundando un saber sobre sí desde sí, intentando llevar a cabo algo así como una “revolución de los cuerpos, en los cuerpos, por los cuerpos…“, pero también entrando en otras relaciones con otros– obliga a quien hace trabajo de campo (a veces de un modo más o menos confrontacional) a re-situarse; no hay otro modo de aportar que no sea “en común”, porque su “nada si nosotros sin nosotros” te re-coloca desde el principio en otro sitio; te obliga a que lo que ahí puedas o quieras producir asuma que eso que quieres investigar tiene que tener sentido en su forma y contenido, en su pregunta y en su fondo en ese “en común”, no sólo “para ti”. Porque están hartos de ser cobayas de probeta o de que les miren como freaks de feria… y han pasado a morder a quienes les tratan así. Y sólo conciben, con toda la razón, que cualquier cosa que se diga tenga que pasar por un acercamiento a su forma de vida, desde la cercanía con ellxs. Y, por tanto, algo parecido a un trrbajo de campo al uso tiene que plantearse en un contexto en el que mucha de esa gente tiene ya sus interpretaciones, sus creaciones conceptuales, sus formatos de trabajo; un trabajo de creación que hay que vindicar o valorar, porque se trata de un espacio investigador análogo a los académicos; quizá no igual, quizá no idéntico, pero que convoca a que practiquemos una tecnología de la humildad –como las llama Jasanoff– frente a la razón tecnocrática que tanto ignora… […]

[…] “[…] Es a partir de la construcción de una comunidad de experiencia que cada cosa que experimentamos puede convertirse en mundo común”. En esta línea, pensar en el “hacer cuerpo” pudiera abrir una línea de indagación modesta sobre los cuerpos y los saberes comunes de diferentes colectivos y grupos –despectivamente denominados legos, bastardos o desclasados–; experiencias enormemente inspiradoras que nos ayudarían a hacernos buenas preguntas sobre el hacer cuerpo para así poder recuperar y redistribuir la competencia del aprender a afectamos. En ello nos van muchas cosas. La primera y más importante quizá sea la posibilidad de extender la democracia a territorios encarnados dominados por el saber experto y tecnocrático… […]

[…] “[…] Es a partir de la construcción de una comunidad de experiencia que cada cosa que experimentamos puede convertirse en mundo común”. En esta línea, pensar en el “hacer cuerpo” pudiera abrir una línea de indagación modesta sobre los cuerpos y los saberes comunes de diferentes colectivos y grupos –despectivamente denominados legos, bastardos o desclasados–; experiencias enormemente inspiradoras que nos ayudarían a hacernos buenas preguntas sobre el hacer cuerpo para así poder recuperar y redistribuir la competencia del aprender a afectamos. En ello nos van muchas cosas. La primera y más importante quizá sea la posibilidad de extender la democracia a territorios encarnados dominados por el saber experto y tecnocrático… […]

[…] “[…] Es a partir de la construcción de una comunidad de experiencia que cada cosa que experimentamos puede convertirse en mundo común” (Despret & Galetic, 2007: 61). En esta línea, pensar en el “hacer cuerpo” pudiera abrir una línea de indagación modesta sobre los cuerpos y los saberes comunes de diferentes colectivos y grupos –despectivamente denominados legos, bastardos o desclasados–; experiencias enormemente inspiradoras que nos ayudarían a hacernos buenas preguntas sobre el hacer cuerpo para así poder recuperar y redistribuir la competencia del aprender a afectarnos. En ello nos van muchas cosas. La primera y más importante quizá sea la posibilidad de extender la democracia a territorios encarnados dominados por el saber experto y tecnocrático… […]

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