Mañana tendré el inmenso placer de poder estar en Alicante (algo que me apetecía especialmente desde hace mucho tiempo), gracias a la intermediación de Ester Gisbert y Miguel Mesa del Castillo, en el Máster en Arquitectura de la Universitat d’Alacant (Sala 01, Politécnica IV).
Mi intervención y los talleres en que estaremos trabajando, girarán en torno a los “efectos documentales“. En los últimos años–y sobre todo a partir tanto de mi participación como etnógrafo/documentador en el colectivo En torno a la silla, como de la experiencia pedagógica en una facultad de arquitectura–me ha venido interesando enormemente la importancia de una indagación sobre las “interfaces documentales”. A pesar de que en particular me he centrado en los ámbitos de diseño abierto y el activismo de la diversidad funcional, cada vez más me está interesando particularmente experimentar y reflexionar sobre cómo los diferentes tipos de trazos–en diferentes lenguajes, géneros o estilos, producidos para el recuerdo o la puntualización de la experiencia de momentos de gran intensidad colaborativa, o donde se está más preocupado por hacer más que por el pensar sobre lo que se hace–producen efectos particulares sobre quién, cómo y qué se diseña. Y, por ello, quisiera que prestáramos particular atención a diferentes dispositivos, plataformas, sistemas de registro, o métodos para la generación de encuentros donde producir acercamientos y situaciones para compartir las experiencias; esto es, interfaces donde la documentación–entendida más bien como una experimentación con diferentes medios, formatos, sensibilidades y momentos que al modo enciclopédico o positivista–se nos aparece como un recurso esencial para el descubrimiento y articulación de la experiencia compartida en la relación entre quienes construyen y los diferentes materiales con los que lo hacen; esto es, para el trazado de ciertas transformaciones o efectos, pero también para permitir, recursivamente, generar otras relaciones en y a través de los procesos de diseño.
Soy consciente de que muy probablemente la principal impugnación o crítica de inicio a lo que voy a plantear aquí es que “no documentar así” también tiene sus efectos sobre el diseño, y me encantaría discutirlos; aunque me parece que la documentación, con todas sus dificultades y efectos complejos (porque aquí hablaré de la documentación que se enfoca en el proceso, no en ese proceso de documentarse para diseñar o en la producción de una divulgación a posteriori para hacer circular o vender un diseño), que a veces bloquean o paralizan un proceso de diseño, nos acerca a una reflexion mucho más mundana sobre las prácticas y la política del diseñar. Pero siendo una de sus principales virtude que abre registros de lo político que van más allá del “hacer visible” y que, al menos en los casos que he venido estudiando, plantean redistribuciones de la experticia, circulaciones de saberes, aperturas de relaciones e incorporaciones constantes de elementos o reacciones en los propios procesos y materializaciones (algo que no puedo llamar de otra forma que “auto-experimentación”).