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Problemas de cuidado y el cuidado de los problemas > Vidas Descontadas

Gracias a la amable invitación de María Martínez, Maite Martín Palomo e Iñaki Rubio, en el marco del seminario permanente del proyecto “Mundo(s) de víctimas 3: Proyecto Vidas Descontadas. Refugios para habitar la desaparición social”, el próximo 15 de junio a las 11:00 estaré compartiendo mi trabajo en torno a: “Problemas de cuidado y el cuidado de los problemas“.

Para ello, revisitaré algunas publicaciones propias recientes (Care in Trouble & Anthropology as a careful design practice?) donde he estado interrogándome sobre la noción de cuidado como concepto y como cualidad de ciertas prácticas “cuidadosas” vinculadas al diseño. Esta indagación ha tenido lugar en un contexto de generalización presente de sus usos, no sólo en la jerga académica de campos como la antropología o los estudios de la ciencia y la tecnología (donde suelo habitar y pasar mi tiempo). A pesar de la relevancia de recuperar sus orígenes combativos e inclusivos prometedores en el pensamiento feminista, la expansión del cuidado más allá de los contextos de salud o cuidado interpersonal ha dado lugar a la aparición de un vocabulario político en toda regla, reivindicado en discursos muchas veces securitarios, trascendiendo a lenguajes institucionales del orden y el mantenimiento, así como alegatos etno-nacionalistas. A pesar de que esta generalización pudiera hacernos pensar en el éxito del término y la gran suerte de vivir en un presente más habitable, la violencia ambiente en que vivimos no parece augurar que esta popularidad tenga un fácil correlato en nuestra cotidianidad, ¿quizá como síntoma de un deseo o una aspiración evanescente? Antes que sugerir arrojar el término por la borda, me gustaría abordar los problemas de cuidado ante los que nos sitúan intervenciones sobre lo social en nombre de una aspiración cuidadosa que parecen tener claro lo que se necesita y cómo, donde la violencia efectiva también aparece como una violencia epistémica. Más allá de usos paliativos o vinculados a la reparación de órdenes existentes, quizá la única vía para que el cuidado no sea parte del problema, pudiera pasar por tratarlo como una práctica del cuidado de los problemas: un modo de abrirnos a los contornos de lo posible de frágiles ecologías de soportes, con conocimientos y maneras de hacer muchas veces relegadas al olvido, cuando no invisibilizadas, donde antes que vidas con contornos claros, la especulación de lo por venir participa de la ingente tarea de construir entornos para la vida plural en el presente (donde, muchas veces, antes que reparar o continuar, necesitaremos desarmar y tirar abajo). Una tarea que, en mi propio trabajo, ha ido vinculada a repensar la etnografía como práctica de diseño cuidadoso (de la que pondré algunos ejemplos vinculados a participar de colectivos de diseño activista desde el montaje de ecologías de documentación abierta, o el trabajo pedagógico para re-sensibilizar a profesionales del diseño urbano a que re-aprendan colaborativamente su práctica ante la radical presencia de quienes suelen hacerse cargo de sus designios). Esto es, una tarea donde el cuidado aparece no tanto como un concepto que clausura, sino como práctica emergente para las ciencias sociales, re-equipando o engendrando formas y dispositivos de indagación cuidadosa (atenta al cuidado de los problemas), para participar de la problematización conjunta de ecologías de soportes en condiciones de violencia ambiente.

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