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¿Una vida fuera de catálogo? La transformación colaborativa del mercado de ayudas técnicas

Publicado originalmente en el blog del proyecto de investigación EXPDEM (2014)

Maquetado y publicado como PDF para la exposición REHOGAR 7 · Diseño Abierto y Reutilización comisariada por MAKEA en Barcelona (2015)

“Feria de objetos” Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY
“Feria de objetos” Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY

Agradecimientos: Por este texto hablan muchas bocas (ninguna de las cuales responsable de lo que aquí se dice) y en él se plantean posiciones que no he descubierto solo, sino como parte de una práctica colectiva a lo largo de los últimos dos años. Vaya por delante, por tanto, mi reconocimiento al resto de compañeras vinculadas a “En torno a la silla”, la OVI de Barcelona y al proyecto EXPDEM, así como un agradecimiento a otras personas con quienes he aprendido a pensar un poco mejor sobre estas cuestiones, entre otras: Alma Orozco, Carlos Tomás, lxs compas de la Comisión de Diversidad Funcional Madrid Sol, Javier Romañach, Joaquim Fonoll, Marcos Cereceda, Mario Toboso, Montserrat García y Soledad Arnau.

Para una versión del texto (sin imágenes) pinchar AQUÍ

Licencia CC BY-NC-ND

Para cualquier comentario: @tscriado

Preámbulo: #primaveracacharrera

El pasado 7 de junio tuvo lugar en Barcelona la Primavera Cacharrera, un evento organizado por “En torno a la silla” junto con otros colectivos vinculados a la diversidad funcional, así como en relación estrecha con diversos talleres/grupos de Can Batlló. Se trataba de un evento que buscaba visibilizar y mostrar la innovación cacharrera del colectivo de personas con diversidad funcional: “un motor de innovación oculta”, por emplear los términos de Mario Toboso. En el mismo se podían ver toda esa serie de aparatos, apaños y arreglos de bajo coste o de diseño libre y abierto a partir de los que las personas con diversidad funcional buscan hacerse la vida más a medida, con un estilo propio, diferente del de la industria tecnológica con planteamientos capacitistas: bien con su estética hospitalaria y rehabilitadora para reconstruir y hacer presentables cuerpos carentes… (Ott, 2002), o haciendo primar el “que no se note”.

En la Primavera Cacharrera se trataba, por tanto, de compartir “toda esa otra innovación”, esos cacharros para apañárselas, para auto-cuidarse y seguir haciendo de su vida un proyecto no sólo de supervivencia, sino de goce y disfrute con otras personas. Y así se fueron sucediendo una tras otra 17 presentaciones de las cosas más diversas, con sus diferentes grados de complejidad y singularidad: cubiertos adaptados, manos protésicas hechas con impresora 3D, botes para el almacenamiento de orina en viajes, rampas portátiles, prótesis sexuales para cuerpos diversos, guías para hacer asambleas accesibles, apps para móviles que marcan la in/accesibilidad de los lugares, una idea para grúa de transferencia entre la silla y otros espacios como la cama, mesas adaptadas a las sillas, etc.

“Cacharros presentados” Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY

Pero también era un evento para fundar alianzas entre creadoras, cacharreros, chapucillas y usuarios: la puesta en común final sirvió para poder pensar en la posibilidad de fabricar de otra manera, para auto-gestionar ya no sólo la asistencia personal, sino toda esa cacharrería “a través de la cual” viven estos colectivos. Lo que ahí ocurrió puso en evidencia, como alguna de las personas asistentes dijeron, los límites del catálogo actual puesto que en ese evento se estaba poniendo de manifiesto “otro tipo de catálogo” (planteando como uno de los horizontes o asuntos importantes cómo afrontar la catalogación y muestra de estos diferentes inventos).

En este pequeño texto quisiera llevar esa interpretación hasta sus últimas consecuencias, hablando de cómo considero que en estas redes se pudiera estar tejiendo una vida “por fuera” (aunque no necesariamente contra o al margen, sino más bien en paralelo) del catálogo de productos ortoprotésicos del estado. Quisiera, por tanto, poner en el foco de qué manera esas pequeñas cosas, aparentemente inofensivas, que allí vimos pudieran apuntar hacia una gran transformación colaborativa de los mercados de ayudas técnicas, con todos sus efectos. Por ello, aquí quisiera plantear una panorámica de algunas tensiones, promesas y posibilidades que están sufriendo los mercados de ayudas técnicas con el advenimiento de la crisis y los recortes sociales a partir de intervenir colaborativamente sus formatos de producción, así como su distribución por circuitos oficiales e informales en el estado español.

1. Introducción: Una vida de catálogo (garantizada, estandarizada, subvencionada)

Pero antes de nada, hablemos del telón de fondo contra el que surgen estas cuestiones. Hablemos, por tanto, del sistema de provisión de servicios con el que han venido funcionando tanto la administración estatal (p.ej. el Catálogo ortoprotésico del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad de 2011), como administraciones regionales (p.ej. el Catàleg de prestacions ortoprotètiques a càrrec del Servei Català de la Salut) o ciertas y singulares instituciones para/peri-estatales (p.ej. el catálogo tiflotecnológico de la ONCE). Ese catálogo del que hablo pudiera ser pensado como las “carteras de servicios” gestionadas por alguna de las administraciones a diferentes escalas (según la región o el lugar), que establecen procedimientos para que proveedores privados incluyan sus productos en un catálogo público, que va siendo actualizado periódicamente (tal y como queda reflejado en el Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre, por el que se establece la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud y el procedimiento para su actualización), y que se hacen disponibles para determinado tipo de usuarios (y no otros) mediante diferentes procedimientos de selección, que suelen ir vinculados a la ciudadanía y el empadronamiento o a la situación laboral. Estos catálogos se han ido ampliando y han ido cobrando una importancia enorme en los últimos años, puesto que en ellos se entendía residía una de las promesas de intervención sobre la “crisis de los cuidados”, junto con la promoción de otros muchos servicios de rehabilitación o apuntalamiento de las condiciones de auto-cuidado, apareciendo muchos de estos aparatos vinculados a nuevos universos conceptuales relacionados con la autonomía personal o vida independiente.

¿Y si pensáramos en el CATÁLOGO (uso las mayúsculas para distinguir el concepto de sus referentes empíricos) no sólo como un conjunto de cosas que se hacen disponibles –permitiendo asimismo ciertas posibilidades y no otras– sino también como una tecnología de gobierno? No encuentro mejor figuración conceptual para dar cuenta del particular régimen socio-económico por el que ha venido funcionado en nuestro país el estado social. Y hablo de tecnología de gobierno, en el sentido foucaultiano (Barry, 2001; Mitchell, 2002), puesto que el CATÁLOGO es una forma de articular lo visible y de tomar decisiones sobre ello. Una verdadera parrilla de posibilidades existenciales, administradas por expertos en la que se anudan: una economía de servicios con el sustento institucional a la constitución y apuntalamiento de ciertas nociones incluyentes de ciudadanía (lo que siempre quiere decir también excluyentes de otras, puesto que la inclusión siempre se da de un modo concreto y no de otros), mediante la provisión y garantía de servicios externalizados que son cobijados bajo su paraguas financiador y legitimador. He aquí la que considero mejor definición práctica de los límites de nuestro estado social más allá del mito fundacional (tan bien analizado en el trabajo de Muehlebach, 2012) y sus descripciones en términos de la instauración de un pacto colectivo de mutualización centralizada a partir del que compartir los problemas de otros y redundar en su bienestar a través de la tributación; un pacto socio-económico de la previsión para apuntalar esas instituciones garantes de la solidaridad, la igualdad de oportunidades y de la circulación de bienes, la justicia, la autonomía, la interdependencia, etc. mediante la provisión de servicios privados subvencionados por el estado.

La vida del CATÁLOGO o, mejor, la vida bajo, permitida por el CATÁLOGO (puesto que tiene límites y bordes) ha venido siendo durante los años recientes de la democracia en España un modo inexcusable de gestión biopolítica, de posibilidades de vida y de muerte a través de estas formas materiales concretas de proveer de ciertas garantías como modo de responder a esos derechos sociales. Unas formas apuntaladas por toda una serie de instituciones protectoras siempre a la búsqueda de nuevas promesas de bienestar y autonomía personal (como las que emergieron alrededor de la ley 39/2006 de promoción de la autonomía personal). Instituciones públicas cuyo trabajo había venido consistiendo en implementar tediosa y cotidianamente ese CATÁLOGO como trama de relaciones público-privadas que declinaban o traducían esos grandes valores o declaraciones de intenciones en formatos sociomateriales particulares de vínculo y ayuda amparados por el poder “fundacional” y “legitimador” del estado. Un CATÁLOGO que funcionaba permitiendo o restringiendo opciones de vida a través de la subvención o subsidio de servicios o productos (estandarizados, certificados y homologados “para nuestra seguridad”), objetos alquilados temporalmente o comprados a agentes económicos privados con la cobertura financiadora de las administraciones públicas que eran incluidos en carteras de servicios de titularidad pública destinadas a poblaciones específicas receptoras, como modo de atribuir los derechos que les asistían.

“Panorámica mientras Xavi Dua presenta su Handiwheel” Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY
“Panorámica mientras Xavi Dua presenta su Handiwheel
Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY

Sin embargo, de un tiempo a esta parte (al menos en los últimos cuatro años) vivimos un corrimiento de tierras en el que el CATÁLOGO como arreglo o, mejor, como “componenda del bienestar” (término que hemos venido empleando Daniel López, Israel Rodríguez Giralt y yo para intentar explicar estos ensamblajes tecno-económico-legales mediante los que se garantizan nuestros derechos sociales y se articula el cuidado) ha dejado de funcionar con el tedio y la calma chicha para el que estaba diseñado. Ya sabemos que el proyecto liberal (en el sentido amplio manejado por Rose, 1999) no ha cesado de configurar y reconfigurar lo social: montando, desmontando y remontando formatos de servicios y marcos legislativos del estado social. Buena prueba de ello pudieran ser recientes experimentos de diversa índole como la “Big Society” de los conservadores británicos, la “Sociedad Participativa” propuesta por el rey de Holanda o el proyecto de cultura libre “Sumak kawsay (buen vivir)” ecuatoriano (que, quizá, pluralizan la imagen del estado social más allá de las categorías analíticas construidas por Esping-Andersen sobre el Welfare State).

Pero aquí quisiera considerar transformaciones supuestamente menos radicales o que no han recibido tanta luz y taquígrafos. Por ello, quisiera prestar la debida atención a los recientes “parches” que han venido poniéndose al CATÁLOGO, si me permiten esta expresión para referirme al impacto reciente de las medidas de ajuste para el pago de la deuda (los famosos “recortes” en el gasto público para hacer frente a “la crisis”) sobre el modo en que han venido modulándose estos formatos de provisión de derechos y garantías… Asuntos que han venido afectando profundamente la economía política de las ayudas técnicas y que han generado no pocas reacciones públicas. En suma, recientes medidas legales derivadas de los ajustes para el pago de la deuda (como el Real Decreto-ley 16/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones) han venido alterando los formatos de provisión de servicios a los usuarios (véase el Real Decreto 1506/2012, de 2 de noviembre, por el que se regula la cartera común suplementaria de prestación ortoprotésica del Sistema Nacional de Salud y se fijan las bases para el establecimiento de los importes máximos de financiación en prestación ortoprotésica).

Izq.: Urko presentando la PornOrtopedia de Post-Op | Der. Nuria y Silvia presentando un adaptador de bolígrafo Fotos tomadas el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY
Izq.: Urko presentando la PornOrtopedia de Post-Op | Der. Nuria y Silvia presentando un adaptador de bolígrafo
Fotos tomadas el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY

El resultado, como han venido denunciando algunos medios de comunicación, ha sido la introducción de sistemas de “co-pago” a causa de los cuales: “Los pensionistas pagarán el 10% de las prótesis y sillas de ruedas” (algo con unos tremendos efectos en colectivos rayando o habitando en el umbral de la miseria); pero, además, con un sistema de financiación acusado de deficiente que “[…] obliga [a los usuarios] a adelantar el 100% del coste del producto”, debido a retrasos “de hasta dos años” para recibir las ayudas para la compra de material ortopédico. Algo que acaba generando enormes cargas económicas entre los que pueden llegar a permitirse pagar el alto precio de diferentes adaptaciones tecnológicas del catálogo o productos como sillas de ruedas motorizadas con un valor medio cercano a los 4000€ (que, si pensamos en una pensión media cercana a los 350-400€ no pueden ser todos).

En este contexto, muchos colectivos se han empezado a plantear cómo pensar y hacer, experimentalmente, nuevos “arreglos del bienestar” más allá de las recientes componendas y sus mixtos publicoprivados o pripúblicos (que alguna gente resume gráficamente como “chanchullos de las ortopedias”, dislates de gestión externalizada y financiación pública sin rendición de cuentas o sin la generación de evidencias sobre la eficacia de muchos de estos sistemas de gestión de la mayor parte de nuestras instituciones). Ya en los debates que se generaron en torno a la ahora fallida ley 39/2006 de promoción de la autonomía personal, diferentes colectivos como el Foro de Vida Independiente intentaron que las administraciones acogieran una particular alteración del régimen de distribución previsto por el CATÁLOGO para que la protección (absoluta o relativa) de unos no se produjera a costa de otros, defendiendo la necesidad de implantar lo que se conoce como “pago directo” (gestión directa del dinero por parte de los usuarios para poder comprar el tipo de ayuda técnica que mejor les venga, planteándose la idea por alguno de los activistas de la vida independiente como Adolf R. Ratzka como un modo de empoderamiento de estos colectivos en tanto que consumidores), con ningún éxito hasta el momento.

“Intenso tráfico para entrar a bichear la furgoneta adaptada de Fernando” Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY
“Intenso tráfico para entrar a bichear la furgoneta adaptada de Fernando”
Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY

La expansión de algunas de estas ideas, fundamentadas en filosofías del auto-cuidado y en los derechos humanos, rupturistas con el paternalismo institucional o con diferentes formas de expertocracia (denominadas, de forma mucho más contundente, “la industria segregadora minusvalidista” por el amigo Antonio Centeno), junto con el crecimiento en el uso de Internet han venido planteando algunas fricciones relativas al mantenimiento, más que la redefinición, de los límites del CATÁLOGO. Buena prueba de ello la tendríamos en algunas de las recientes iniciativas de las ortopedias por mantener su posición de dispensario oficial de estos productos ante la creciente posibilidad de compra-venta libre en Internet. Estos últimos años han visto la luz iniciativas como “Cruces Amarillas” o la “campaña contra la venta por internet de productos sanitarios de ortopedia” de la Federación Española de Ortesistas Protesistas (FEDOP), de la que existe un reportaje en prensa en el que se justifica la necesidad de que los ortopedas sean un punto de paso obligado en términos sanitarios, al alegarse que la compra libre por internet de usuarios sin criterio es una forma de “arriesgar la salud por dinero” (aunque de lo que no hablan es de cómo muchas ortopedias, como me han referido muchos usuarios de estos productos, venden únicamente “por catálogo”, no pudiendo devolverse los productos y comprándose en ocasiones a ciegas, un asunto especialmente relevante a considerar cuando se trata de aparatos caros y en relación con los cuales muchas de las personas usuarias van a pasar mucho tiempo juntos, aunque no revueltos…).

En cualquier caso, este surgimiento de nuevas formas y alternativas de producción, distribución y consumo como las visibilizadas en la Primavera Cacharrera creo que no puede considerarse al margen de los problemas de la vida del o, mejor, bajo/permitida por el CATÁLOGO. Unos problemas que también comprenden cuestiones más clásicas que se refieren al modo de producción industrial (construyendo los modelos a partir de unos pocos tipos o patrones derivados de una investigación antropométrica no siempre actualizada) y lo que éste supone para los usuarios de estas ayudas técnicas. A lo largo de estos dos últimos años colaborando etnográficamente de forma intensiva en estos ámbitos, he podido documentar innumerables problemas y sufrimientos referidos por muchas personas por el ajuste necesario al que deben someter a sus cuerpos ante un producto estandarizado (y, como mucho, personalizable hasta un grado) cuando sus necesidades, sus cuerpos son siempre específicos y singulares (véase el interesante trabajo de Myriam Winance al respecto), a pesar de todo el gran mimo con el que han podido ser diseñados y las certificaciones de seguridad y calidad que puedan haber obtenido estos productos.

Un CATÁLOGO, por tanto, cuyos límites y afueras han venido convirtiéndose en un verdadero lugar de batalla en relación al significado práctico de los derechos y las garantías de cobertura que estos colectivos tienen…

 2. La transformación colaborativa de los mercados de ayudas técnicas (reciclaje y reutilización, auto-construcción y tecnología de bajo coste, fabricación distribuida y diseño abierto)

Sin embargo, más allá de estas luchas, lo que quedó patente en la Primavera Cacharrera (tal y como ha venido produciéndose en diferentes lugares y en los últimos años) era que más que a una pelea entre David y Goliat, estábamos ante algo que bien pudiera pensarse “en paralelo” al CATÁLOGO. O, si acaso, como un modo de abrir ese CATÁLOGO, de pluralizarlo, de generar alternativas no pensadas… con todas las ampollas que levanta para colectivos como el de las personas con diversidad funcional el acabar haciéndose cargo de competencias que estiman tendrían que estar garantizadas por derecho (véase, por ejemplo, la polémica en torno a la rampa portátil de “En torno a la silla”).

Pero lo que creo tienen de interesante muchos de los proyectos es que intervienen sobre el diferencial de poder epistémico que atraviesa el diseño de muchos de estos aparatos y que los condena a formas restringidas de colaboración en su concepción y fabricación: frente a cacharros diseñados por expertos, empleando como mucho a estas personas como una suerte de cobayas para la obtención de muestras de medidas y patrones antropométricos o como testers de estos productos (no teniendo en ocasiones más papel estas personas que como corroboradores de los mismos), en estos cacharros auto-producidos, se vuelve un elemento de politización central de estas prácticas vagamente colaborativas la posibilidad de que sea “el cualquiera” –ese que “hace cosas”– el que diseñe. Como no podía ser de otra manera, creo que esto configura un nuevo estado de cosas. Frente a la economía política del CATÁLOGO este conjunto alternativo de prácticas colaborativas creo que estaría desarrollando y ampliando lo que creo que debieran considerarse, en rigor, alternativas mercantiles a la fabricación, consumo y distribución de ayudas técnicas. A saber:

(1) Alternativas de re-uso y reciclaje: una de las maneras más importantes en las que muchas de las personas con diversidad funcional están planteando una transformación colaborativa del CATÁLOGO es a través del re-uso de material ortopédico viejo aún en funcionamiento ayudando a mantener con vida el ciclo de estos objetos (p.ej. algunas fundaciones, asociaciones o agrupaciones están desarrollando “bancos de ayudas técnicas” como un modo de permitir sistemas de préstamo de ayudas técnicas de segunda mano a personas que, por su situación económica especialmente apurada, no pueden acceder a este tipo de material crucial para su existencia en condiciones de autonomía). Pero también es de enorme importancia el almacenamiento de este tipo de material para reciclar, generando reservorios de piezas y materiales que pudieran sostener una cultura de reparación de este tipo de aparatos tan específicos, de tal modo que se amplíe su durabilidad y funcionalidad. Estas cuestiones surgieron con fuerza en la puesta en común con la que terminó la Primavera Cacharrera, llegando a plantearse que se pudieran usar los talleres y almacenes de Can Batlló para ello.

“Nuria Gomez enseña el funcionamiento de sus cubiertos adaptados” Fotos twitteadas por @okokitsme el 7 de junio durante la #primaveracacharrera, cedida a En torno a la silla CC BY
“Nuria Gomez enseña el funcionamiento de sus cubiertos adaptados”
Fotos twitteadas por @okokitsme el 7 de junio durante la #primaveracacharrera, cedida a En torno a la silla CC BY

(2) Alternativas de auto-fabricación y tecnología de bajo coste: asimismo, en las últimas cuatro décadas se ha venido gestando un importante movimiento de auto-fabricación que hunde sus raíces en el movimiento de vida independiente norteamericano en el Berkeley de los años 1960-1970, como un modo de plantear que la auto-gestión de la vida independiente “pasara por” el diseño de ciertos elementos singulares, hechos a medida. Un vistazo a la documentación existente de aquella época evoca innumerables semejanzas con la creatividad desbordante de aparatos y cacharros singulares desplegada en la Primavera Cacharrea. Sin embargo, en épocas más recientes este tipo de estrategias han venido siendo principalmente planteadas en la cooperación al desarrollo en el Sur global, en tanto que formatos de producción barata y con elementos del entorno de estas ayudas técnicas (siendo el producto estrella de muchas de estas intervenciones humanitarias diferentes modelos de silla de ruedas, de las que existen al menos dos guías para su fabricación en entornos de menores recursos: 1 | 2). Sin embargo, estamos ante algo que va mucho más allá de una “tecnología para pobres” (o, mejor, “pobrecitos”).

Algunos de los proyectos comunitarios desarrollados con esta filosofía, como el de PROJIMO en México (véase este reportaje en dos partes: 1 | 2), en el que está implicado el multifacético David Werner y su fundación Health Wrights han venido desarrollando catálogos de ayudas técnicas auto-construidas con elementos del entorno cercano, suscitando en otros ámbitos iberoamericanos el interés de los foros de profesionales y altos cargos públicos, así como incitando a la creatividad de los profesionales y los usuarios y ampliando la producción de manuales mostrando desarrollos de ayudas técnicas singularizadas más allá del CATÁLOGO. En el caso del estado español estas iniciativas, han venido coexistiendo pacíficamente con el CATÁLOGO, habiendo sido incluso incentivadas por organismos públicos como el CEAPAT, que en los últimos 7 años ha venido auspiciando anualmente en Albacete la celebración de los encuentros/concurso/talleres de “Tecnología de Bajo Coste” (de cuyo último encuentro puede descargarse un completo informe aquí y cuya página contiene un repositorio de las ideas de soluciones o adaptaciones, apaños y creaciones más o menos sofisticadas presentadas por los propios usuarios o en colaboración con personas allegadas). La auto-producción de tecnología de bajo coste (que como se comentó hasta la saciedad en la Primavera Cacharrera no quiere decir “de coste cero”) es, a mi juicio y el de muchas de las personas con las que me he venido relacionando en estos últimos dos años, un interesante modo de desarrollar ese “nada sobre nosotros sin nosotros” que  lleva el movimiento de la vida independiente por enseña, pero ampliándolo o entendiéndolo como una forma de producción que se sitúa en la línea del “conocimiento libre, la producción colaborativa y la innovación distribuida”, en palabras de Joaquim Fonoll.

“Rai de En torno a la silla explica la rampa en la feria de objetos” Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY
“Rai de En torno a la silla explica la rampa en la feria de objetos”
Foto tomada el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY

(3) Alternativas de fabricación libre: pero no podría cerrar este listado sin hablar de la incipiente industria de fabricación libre distribuida cuyo elemento más icónico ha venido siendo la impresión 3D. Este tipo de estrategias de fabricación se estima tienen un gran potencial para el desarrollo de ayudas técnicas (al menos para el prototipado, por ser el material estrella diferentes tipos de plástico para la creación de piezas de unas dimensiones no muy grandes), puesto que al permitir los diseños de otras personas la remezcla, pueden facilitar la aparición de diseños siempre singulares que puedan ser devueltos a las comunidades de makers a través de repositorios abiertos y libres para que puedan desarrollar sus propias iniciativas. Existen de hecho algunas iniciativas de hardware libre en el ámbito de los productos de apoyo que han recibido un cierto reconocimiento público como Low Cost Prosthesis (un intento de producir prótesis baratas para poder ser distribuidas en el Sur global) o Robohand (un proyecto de prótesis de mano para niños). Aunque, lo radicalmente innovador de muchas de estas propuestas reside en que esas formas de “hardware abierto” se publican y licencian con formatos libres, haciendo accesibles la documentación, los tutoriales y los planos de producción que permitirían replicar o remezclar un artefacto, evitando a su vez que esas ideas o diseños puedan convertirse en algo privativo (lo que no necesariamente tiene que ver con que no se pueda sacar rédito económico), estimulando la circulación del conocimiento y la creatividad del cualquiera. Quizá esto nos permita hacer que “hacer accesible la accesibilidad” deje de ser un retruécano para pasar a ser un modo más de intervenir y hacerse con el entorno para que sea cada vez más inclusivo…

“Néstor y Dani de MakerConvent enseñan la mano protésica y la impresión 3D en la feria de objetos” Fotos tomadas el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY
“Néstor y Dani de MakerConvent enseñan la mano protésica y la impresión 3D en la feria de objetos”
Fotos tomadas el 7 de junio durante la #primaveracacharrera por En torno a la silla CC BY

3. Una vida fuera de catálogo: ¿Cómo agenciar un mercado alternativo para tener más agencia?

Mi implicación etnográfica en estas prácticas en los dos últimos años me lleva a pensar que aquí reside y residirá uno de los campos de acción colectiva prioritaria para asegurar la vida independiente de estos colectivos, teniendo en cuenta que estas personas no quieren vivir una vida proyectada, una vida medida y a medida de los tiempos institucionales o de las grandes corporaciones sino a medida de sus tiempos y sus intereses. De hecho, observados de forma conjunta la crisis económica, el paro generalizado y la falta de liquidez para la vida cotidiana, los recortes salvajes en el gasto público y cómo esto afecta a la dispensación de ayudas técnicas, así como la explosión de nuevos y viejos métodos de “descatalogar” saberes y formatos de producción para una época de austeridad pudieran quizá suponer el germen de toda una transformación profunda en los mercados de ayudas técnicas.

La novedad que creo introducen estas experiencias residen en que se busca, de alguna manera, “descatalogar” la vida, para sacarla del CATÁLOGO. Pienso este término desde su cercanía conceptual con “desclasificar”, porque el CATÁLOGO ha sido también un modo en el que se ha venido clasificando y gestionando las posibilidades vitales de una vida considerada siempre como fragilizada y al borde de romperse. La protección pensada desde la dependencia y el CATÁLOGO ha podido en ocasiones estrangularla, o restringirla a los carriles estrechos de la legalidad vigente, a circunscribir su seguridad y protección a las seguridades y certidumbres de las administraciones y corporaciones, con sus sistemas de certificación y seguro en caso de riesgos. Desclasificar supone intervenir política y vitalmente para abrir nuevas posibilidades para la vida: para generar condiciones vivibles a una vida que no tenga que programar cuándo quiere ir al baño con horas de antelación o desplazarse a ver a unos amigos con varios días para que el autobús tenga una rampa (si es que se han acordado y no se chafa el viaje). Desclasificar, descatalogar es vivir experimentalmente: porque vivir experimentalmente es también convertirse en un ejemplo de que se puede llevar adelante “una vida en ß”: una vida en la que al igual que los programas de software libre contemple e integre el error o el fallo como parte consustancial del modo en que se quiere ser libres de ciertas ataduras que limitan y circunscriben la existencia. De hecho, el cacharreo visibilizado en la Primavera Cacharrera era tan vivificante porque, de alguna manera, nos mostraba la vida vivida, no catalogada ni dis-puesta (como en un dispensario, con sus límites y sus bordes), sino expuesta, a la intemperie, pero no en soledad.

De hecho, en el debate de cierre de la Primavera Cacharrera se plantearon diferentes posiciones sobre qué forma darle a una red de creadores y cacharreros de ayudas técnicas que pudiera hacer sostenible esta innovación, así como ayudar a compartir ideas y habilidades para seguir haciendo juntos… Con el problema de que se trata de cacharros algunos de ellos poco copiables porque responden a singularidades corporales que no pueden ser estandarizadas. Esto abrió a un debate sobre los formatos de creación de estos aparatos, cacharros o apaños: desarrollados en la pequeña socialidad del ámbito privado para uso personal, o para ser lanzados gratuitamente al dominio público para evocar la creatividad, o para generar nuevas relaciones de compra-venta (al margen o no de la ortopedia, con y sin licencias libres).

Primavera Cacharrera (1 de 6). Relatograma de Carla Boserman CC BY-SA
Primavera Cacharrera (1 de 6). Relatograma de Carla Boserman CC BY-SA

Uno de los aspectos que más debate generó es qué modelo económico pensar para ello y mientras que para algunas de estas personas se pensaba cómo monetizar estas ideas y hacerlas circular por el CATÁLOGO existente, por parte de una gran mayoría de otras se enunció la necesidad de montar un nuevo tipo de mercado para la auto-gestión de lo que pudiéramos llamar, en positivo, una vida fuera de catálogo, esto es, “fuera del CATÁLOGO”. Entendiendo por mercado no un sinónimo genérico y abstracto de capitalismo salvaje y acumulación por desposesión, sino un tipo de arreglo económico concreto, que los trabajos de la antropología económica de Michel Callon y colaboradores (véase Callon & Latour, 2011) han venido describiendo desde su concreción práctica:

 “[…] los mercados se pudieran describir mejor como arreglos sociotécnicos colectivos que (a) organizan el diseño, producción y circulación de bienes, así como la transferencia de derechos de propiedad asociados a ellos; y (b) construyen un espacio de cálculo permitiendo la valoración [assessment] y, especialmente, el establecimiento de precios [pricing] de los bienes implicados en su comercialización” (Callon & Rabeharisoa, 2008: p.245; traducción propia).

Pudiera parecer que descatalogar es algo malo, porque nos sitúa “fuera del catálogo”, esto es, fuera de los sistemas públicos de provisión de servicios y garantías, colocándonos en el salvaje oeste del libre mercado. Pero creo que a lo que se apunta es a la necesidad de cambiar esa estructura vital que nos iguala y estandariza posibilitando que, como mucho, se pueda vivir una vida de catálogo, sometida a las componendas y arreglos entre productores y administraciones públicas, de tal modo que lo último que se toma en consideración es la voz del “usuario final”, a quien le llega el producto listo para el consumo, olvidando las necesidades de adaptación que requiere hacerse con un producto estandarizado. Viendo lo que vi en la Primavera Cacharrear quiero creer que descatalogar puede suponer, más bien, una interferencia en los modos en que podemos pensar o articular mercados de productos de apoyo o ayudas técnicas: abrir la posibilidad de otros modos de producir, de consumir y de hacer circular productos para vivir mejor, para poder salir a la calle y expandir nuestras perspectivas vitales, haciendo por el camino efectivos los derechos por los que tanto luchamos.

La definición calloniana, creo, nos permitiría la posibilidad de pensar productivamente en formatos alternativos de mercados que, como en la economía cooperativa, social y solidaria o la cultura libre, se abran a una experimentación política y existencial, democratizadora y nada tecnocrática, de lo que pueden querer decir “el cálculo” (que quizá no siempre tenga por qué ser monetario, ni sólo incorporando criterios de utilidad), “los derechos de propiedad” (que quizá no tengan por qué ser privativos o limitando la copia y la distribución del conocimiento), “los precios” (que quizá no tengan por qué plantearse para la extracción injusta de plusvalía) o “la comercialización” (que no necesariamente tengan por qué hacerse promoviendo la competitividad salvaje) introduciendo:

“[…] una dimensión explícitamente política en el proceso de economización, especialmente cuando se refiere a mercadear con [marketizing] objetos y comportamientos que han desafiado a la mercantilización [marketization]” (Çalışkan & Callon, 2010: 23; traducción propia).

Foto tomada por Xavi Dua el 7 de junio durante la #primaveracacharrera cedida a En torno a la silla CC BY
Foto tomada por Xavi Dua el 7 de junio durante la #primaveracacharrera cedida a En torno a la silla CC BY

Algo para lo que existen no pocas dificultades en este ámbito, no sólo vinculadas a los “dóndes” o los “cuándos” que se discutieron en el cierre de la Primavera Cacharrera (y cuyo debate se concluyó con la oferta de los talleres de Mobilitat e Infraestructures de Can Batlló de poner a disposición sus espacios, así como con la propuesta de coordinación a través de En torno a la silla de una lista de correos y de reuniones mensuales para ir comenzando a reflexionar cómo empezar a cacharrear colectivamente), sino más bien los “cómos”: cómo conectar necesidades con fabricadores; cómo establecer las garantías necesarias para productos que van muy pegados al cuerpo; cómo conseguir material barato y útil; cómo no precarizar la mano de obra o cómo remunerar a las personas profesionales de forma justa; o cómo compartir necesidades y soluciones con el resto…

Estos fueron alguno de los debates que surgieron en esta sesión de cierre y para los que contamos con la contribución de la experiencia del grupo de trabajo de la comisión de diversidad funcional 15M Acampada Sol, que habían pensado su proyecto CrossingDesign: Usa y Crea Accesible en el Taller Funcionamientos de Medialab-Prado en diciembre de 2012 (cuyo vídeo de presentación podéis ver aquí), cuya idea era montar una red que uniera a usuarios con fabricadores en redes de apoyo y confianza, para la producción de ayudas técnicas de código libre, al margen de los sistemas convencionales:

 “Parte de la reflexión sobre la dificultad de acceso de personas con diversidad funcional a los diferentes productos de apoyo que, a lo largo de su proceso vital, facilitan su participación en todos sus ámbitos. Cuestiones económicas, desfase de los productos o evolución de las necesidades son los motivos fundamentales por los que contar con los ajustes apropiados puede resultar una engorrosa inversión de tiempo, dinero y paciencia. Propone la creación de un espacio físico y virtual en el que se unan los conocimientos técnicos, la experiencia y las necesidades del usuario final, para diseñar y realizar un producto personalizado, procurando utilizar materiales alternativos y económicos, desde la co-creación de ideas creativas y funcionales. El proyecto se plantea a largo plazo, y en esta primera fase pretende trabajar sobre 4 productos de características distintas con el fin de analizar la capacidad de respuesta a la pluralidad de necesidades de las realidades de las personas con diversidad funcional”

Sin embargo, el proyecto de red no acabó de despegar por un problema de financiación inicial (no había cómo encontrar dinero para pagar los gastos de coordinación que una red de ese tipo requeriría, que habían estimado en 15000€).

Imagen de la red propuesta por CrossingDesign: Usa y Crea Accesible, proyecto presentado a la convocatoria del Taller Funcionamientos en Diciembre 2012. Imagen CC-BY
Imagen de la red propuesta por CrossingDesign: Usa y Crea Accesible, proyecto presentado a la convocatoria del Taller Funcionamientos en Diciembre 2012. Imagen CC-BY

El asunto, por tanto, está en cómo articular prácticamente estas otras formas de mercado, esto es, otros formatos de redes de personas y cosas para hacer en común. O, dicho à la Callon cómo montar estos “agenciamientos socio-técnicos de mercado” (Callon, 2013) para poder generar condiciones de mayor agencia política (o empoderamiento) de las diferentes partes involucradas. Qué tipo de agenciamientos mercantiles podrán construirse es aún pronto para decirlo, pero sería conveniente emplear formatos que profundicen la “habilitación” (Callon, 2008) que han venido gozando estos sujetos auto-cuidados en relaciones de interdependencia (como las personas que han venido articulándose en torno a las oficinas de vida independiente). Esto es, cómo continuar o profundizar el apuntalamiento de la vida independiente de estas personas a través de procesos de fabricación en común… Y hablo de cómo organizar entornos para habilitar puesto que nuestra subjetividad, nuestras posibilidades de acción siempre son “[…] ejecutadas en un dispositivo” (Muniesa, Millo & Callon, 2007: p. 2; traducción propia), esto es, como efecto de un arreglo sociotécnico concreto. Por ello, como modo de intervenir en ese proceso y para relanzar el debate desde aquí, quizá pudiera pensarse colectivamente en la pertinencia o no de desarrollar algunas medidas que pudieran asegurar el tránsito hacia la descatalogación sin pérdida de derechos o, cuando menos, para no producir la agencia de unos a costa otros, intentando no precarizar a las personas implicadas a través del proceso y generar las redes de afectos y saberes necesarias para sacar adelante este nuevo tipo de mercados…

Descatalogar, salirse del CATÁLOGO, en tanto ejercicio de buscar posibilidades para una vida necesitará de cambios en las complejas infraestructuras técnicas, legales, económicas y sanitarias que posibilitan o enmarcan el ejercicio efectivo de los derechos (en ocasiones auto-otorgados) de estos colectivos que luchan por la vida independiente en condiciones de diversidad funcional. Para ello, quizá se necesite abrir una serie de debates monográficos relativos al modo de economización y la justa remuneración de estas prácticas (no porque su objetivo prioritario sea la extracción económica, sino para financiar materiales y no precarizar aún más a los fabricadores), pensando en opciones dentro y fuera de la institución, como: (1) sistemas de “pago directo” a los usuarios para que puedan encargar y pagar directamente a los proveedores, fabricantes que uno considere oportunos, dentro de los saberes…; (2) pero también subvencionado o colectivizando necesidades de productores, adaptadores y cacharreros más allá del dispensario ortopédico, de cara a permitir montar redes de confianza en proximidad y talleres para poder seguir haciendo.

Referencias

Barry, A. (2001). Political Machines: Governing a Technological Society. London: Athlone Press.

Çalışkan, K., & Callon, M. (2010). Economization, Part 2: A Research Programme for the Study of Markets. Economy and Society, 39(1), 1–32.

Callon, M. (2008). Economic Markets and the Rise of Interactive Agencements: From Prosthetic Agencies to Habilitated Agencies. En T. Pinch & R. Swedberg (Eds.), Living in a Material World: Economic Sociology meets Science and Technology Studies (pp. 29–56). Cambridge, MA: MIT Press.

Callon, M., & Latour, B. (2011). «¡No calcularás!» o cómo simetrizar el don y el capital. Athenea Digital, 11(1), 171–192.

Callon, M., & Rabeharisoa, V. (2008). The Growing Engagement of Emergent Concerned Groups in Political and Economic Life: Lessons from the French Association of Neuromuscular Disease Patients. Science, Technology & Human Values, 33(2), 230–261.

Callon, M. (2013). Qu’est-ce qu’un agencement marchand? En M. Callon et al. (Eds.), Sociologie des agencements marchands: Textes choisis. (pp. 325–439). Paris: Presses de l’École de Mines.

Mitchell, T. (2002). Rule of Experts. Berkeley, CA: University of California Press.

Muehlebach, A. (2012). The Moral Neoliberal: Welfare and Citizenship in Italy. Chicago: University Of Chicago Press.

Muniesa, F., Millo, Y., & Callon, M. (2007). An introduction to market devices. En M. Callon, Y. Millo, & F. Muniesa (Eds.), Market Devices (pp. 1–12). Oxford: Wiley-Blackwell.

Ott, K. (2002). The Sum of Its Parts: An Introduction to Modern Histories of Prosthetics. En K. Ott, D. Serlin, & S. Mihm (Eds.), Artificial Parts, Practical Lives. Modern Histories of Prosthetics (pp. 1–42). New York: New York University Press.

Rose, N. (1999). Powers of Freedom. Cambridge: Cambridge University Press.

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¿Cuánto puede un cuerpo colectivo? Saberes mundanos, experticia y nuevas prácticas

¿Cuánto puede un cuerpo colectivo?

Entre los meses de enero y junio tendrá lugar en la librería Synusia un curso/taller de autoformación destinado a la reflexión y experimentación sobre “¿Cuánto puede un cuerpo colectivo? Saberes mundanos, experticia y nuevas prácticas

  • Estructura del curso: 6 sesiones / 1 sesión mensual
  • Lugar: Ateneu Candela (C/Montserrat, 136 – Terrassa)
  • Inicio: 30/01/2014 – 19:00h
  • Período: de enero a junio de 2014
  • Horario: de 19:00h a 21:00h

Estas seis sesiones planteadas a lo largo del primer semestre de 2014 buscan, a partir de una serie de preguntas, abrir un campo de reflexión desde y en torno al cuerpo en primera persona.

Consideramos útil comenzar plantándonos delante de un par de preguntas generales que delimitarán los contornos de un campo común de reflexión. Cuestiones como ¿qué es un cuerpo? y ¿qué se entiende por cuerpo normal o por cuerpo sano? servirán como catalizadoras para situar conceptos clave que nos acompañarán en la caja de herramientas teóricas a lo largo de todo el curso. En esta primera parte realizaremos un mapeo de aquellos campos y saberes que han problematizado estos interrogantes, y con esta cartografía pasaremos a analizar aquellas instituciones y disciplinas que han sido asignadas para proveer, administrar y regular la salud, el bienestar y el cuidado de nuestros cuerpos.

Nos interesa, en particular, analizar qué sucede con estas instituciones y disciplinas asignadas para la regulación y atención del cuerposano en un contexto de crisis. En el actual contexto de recortes, en el sistema público se ha hecho un ataque no sólo contra las condiciones fundamentales que permiten la reproducción de la vida en general, sino de forma más explícita contra todos aquellos cuerpos que encarnan la ‘diferencia intolerable’. Este escenario se contempla en sus prácticas y sus normativas de patologización (de los cuerpos trans), criminalización (con la reforma de la ley del aborto), exclusión (del derecho a la salud de cuerpos migrantes y precarios), segregación entre cuerpos ‘productivos’ y ‘no productivos’ (con la progresiva desaparición de la Ley de Dependencia) y en la normalización heteronormativa (negando el acceso a la reproducción asistida a mujeres que no mantengan relaciones heterosexuales estables).

Yendo de una concepción de la salud como derecho universal a la delimitación de la salud como negocio, encontraremos el contexto donde identificar qué intentos de privatización del sistema sanitario se han puesto en marcha en los últimos años (con la reciente reforma sanitaria que excluye a una capa importante de la población y con el ‘repago’) o qué formas de enriquecimiento persiguen las farmacéuticas a partir de una creciente medicalización de la vida.

En este marco, la segunda parte del curso pretende indagar en experiencias concretas que actualmente están poniendo en relieve nuevas alianzas, prácticas de desobediencia y nuevas formas atención a la salud y al cuidado del cuerpo. Por un lado, algunas de estas experiencias ponen el acento en maneras colectivas de reformular, tanto la noción misma de ‘lo público’, como la reconquista de derechos en el ámbito institucional. Y otras de ellas plantean formas de experimentación, basadas en nuevas alianzas y nuevas fórmulas de generación y acceso al cuidado desde las experticias y los cuerpos diversos.

Todas las 6 sesiones son extremadamente interesantes, y aún diría más cruciales, para pensar las interesecciones entre prácticas activistas hechas poniendo el cuerpo en primera persona y nuevos formatos de aprendizaje/experimentación epistémica a las que vengo/venimos un grupo de gente dándole vueltas en los últimos meses, reflexionando sobre las tecnologías, los servicios y las infraestructuras para pensar y desde las que pensar qué pudiera querer decir la salud o el cuidado en un contexto de enormes transiciones, peligros y promesas como el que vivimos actualmente –si prestamos atención a las contorsiones y convulsiones del estado del bienestar o el estado social en el estado español (que nos colocan entre las formas más radicales de vulnerabilidad producida por mercados de servicios y productos que rompen con o limitan nuestro acceso universal a la salud o la precariedad de medios a la que arroja el desamparo institucional a los interesantes formatos autogestionados de auto-cuidado)–.

Permitidme, sin embargo, que mencione especialmente dos de ellas en cuyo desarrollo me siento particularmente involucrado:

1) Tengo el enorme honor de haber sido invitado a la sesión colaborativa titulada “Más allá de la experticia única“, en la que es un placer y una suerte compartir escenario con la inestimable Nùria Gómez (activista del Foro de Vida Independiente y Divertad + OVI de Barcelona), que ahondará sobre estas cuestiones:

Frente a la concepción tecnócrata que privilegia una lógica del cuidado y la salud definida y administrada por aquellos reconocidos en tanto ‘expertos’, consideramos necesario abordar otras formas de relación entre producción de saberes, atención y prácticas sobre el cuerpo y sus cuidados.

En la primera parte de esta sesión abordaremos la necesidad de transformar el lugar de privilegio que han tenido ciertas posiciones de enunciación desde la ciencia o la experticia, sugiriendo un desplazamiento hacia comunidades epistémicas construidas desde lo que vivimos cada cual, contando con el conocimiento de un cualquiera y lo que le afecta. Nociones como ‘comunidades epistémicas experimentales’ planteadas por nuestras invitadas, sugieren una mirada a redes de construcción de conocimiento en las que lo ‘experimental’ – qué y cómo podemos pensar – es definido en tanto aquello frágil, de carácter abierto y no constreñido por límites disciplinares o institucionales. Frente al saber experto ‘dado’ de la racionalidad tecnócrata, la dimensión experimental nos sitúa frente a la necesidad de un proceso de producción de saber abierto a lo desconocido, lo incierto, lo ambiguo e incontrolable como condición inherente a nuestros cuerpos.

En este cambio de acento que se desplaza del saber experto ‘dado’, hacia las comunidades de producción de saber, en esta sesión exploraremos nuevos vínculos que rompen las figuras del usuario y el dependiente, de la mano de la experiencia de la Oficina de Vida Independiente. En este contexto, la gestión de necesidades y recursos comunes pasa necesariamente por una transformación del saber experto – tanto en la concepción misma de experticia como en sus modos de hacer y en la heterogeneidad de quienes participan en su generación.

2) Pero también espero con enorme interés la esperadísima sesión “Producir máquinas, producir territorios encarnados de intersección“, que sentará en la misma mesa al proyecto de diseño abierto de productos de apoyo En torno a la silla, al documental Yes, we fuck y a la pornortopedia de PostOp en las que el tema será:

¿Cómo se hace una política material? ¿Cómo generamos territorios de intersección en los que podamos habitar colectivamente desde la singularidad y diversidad de nuestros cuerpos, experiencias y experticias? En algunos espacios de experimentación ha empezado a darse una composición de grupos de diversos saberes, profesiones y áreas políticas que reúnen discusiones y luchas que hasta hoy habían tendido a caminar en paralelo pero sin tocarse (como pueden ser los feminismos o colectivos de diversidad funcional). Consideramos que los proyectos invitados para esta sesión son un ejemplo de nuevas formas de componernos en esta diversidad.

¡¡Gracias a Alcira y Niza por haber montado este super-curso!!

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What do a ramp and a computer have in common? An experimental test on matters of care for matter

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Last September, Blanca Callén and I participated in the CRESC 2013 Annual Conference: In/vulnerabilities and social change: precarious lives and experimental knowledge, on the 4th-6th September in London.
We coordinated a Panel about ‘Matters of care for matter’, together with Jérôme Denis & David Pontille (Telecom ParisTech & Centre de Sociologie de l’Innovation) and also Daniel López (UOC). There, we presented a paper titled “What do a ramp and a computer have in common?An experimental test on matters of care for matter“. Here, you can read our presentation.

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Figuraciones de la colaboración, accesibilidad y el diseño del cualquiera

Hace unas semanas (el 26 de septiembre) participé en una mesa junto con Paco González en la sesión “Diseño colaborativo del espacio público”, moderada por Marc Grau y Joan Subirats, parte del Ciclo de debates del posgrado ‘Espacio Público: políticas urbanas y ciudadanía’ (UOC-UAB), que:

tiene el propósito de tratar el análisis, el diseño y la gestión del espacio público desde una visión transversal. Abordarlo desde múltiples dimensiones y capas, de forma integral, asumiendo la heterogeneidad y complejidad. Como tal, el espacio público es espacio de encuentro y de relación, integrando los principales valores de la ciudad; pero a su vez también es espacio de desigualdad, donde emergen conflictos y resistencias.

En este ciclo de debates queremos reflejar precisamente esta complejidad del espacio público. En la primera jornada trataremos sobre las oportunidades (y las limitaciones) del diseño colaborativo del espacio público, en tanto que estrategia para reforzar la inclusividad y la apropiación ciudadana del espacio. Y en la segunda, abordaremos el espacio público como espacio de control y de represión social, en concreto, en relación a diferentes formas de sexualidad que, a pesar de todo, encuentran también en el espacio público posibilidades de expresarse y de confrontarse con la hegemonía dominante.”

Aproveché la ocasión para experimentar con algunas ideas a las que le vengo dando vueltas en el último año (como parte de mi participación activa en el colectivo “En torno a la silla”, así como a raíz de numerosos debates con otra mucha gente vinculada y querida) y a las que en los últimos meses estoy en proceso de dar un poco más de forma:

1. ¿Cómo pensar qué significa participar en el diseño y cómo dar cuenta de ello? Ando explorando hacer algo así como una pequeña tipología de “figuraciones de la colaboración” en el desarrollo de tecnologías y productos de apoyo (a lo que me he venido dedicando tanto en la tesis como en mi investigación postdoctoral): esto es, una tipificación de los diferentes dispositivos o formatos de colaboración en procesos de creación colectiva por medio de los que se reúne y convoca de forma específica a personas, así como se delegan, recortan, presentan y esconden técnicamente diferentes distribuciones de tareas a las que serán sometidas, produciendo como efecto diferentes articulaciones o ensamblajes sociotécnicos:

Las tecnologías […] son formas de figuración materializada; esto es, aúnan ensamblajes [assemblages] de cosas [stuff] y significados en arreglos [arrangements] más o menos estables. Estos arreglos implican, por su parte, formas particulares de asociar humanos y máquinas. Una de las maneras de intervenir en las actuales prácticas de desarrollo tecnológico, por tanto, sería a través de la consideración crítica de cómo los humanos y las máquinas son actualmente figurados en esas prácticas y cómo podrían ser figurados –y configurados- de otra manera”

– L. Suchman (2007: p.227). Human-Machine Reconfigurations. Plans ans Situated Actions 2nd edition. Cambridge: Cambridge University Press (traducción propia).

El primer paso en nuestro método es reanimar la figura en el corazón de una determinada configuración, con el objetivo de recuperar las prácticas a través de las que viene a la existencia y se mantienen sus efectos. Reanimar una figura requiere prestar atención a su construcción retórica como ‘categoría de la existencia’, así como a las formas de corporeización que aparecen como sus ejemplos [stand as its instances]”

– L. Suchman (2012: p.49). Configuration. In C. Lury & N. Wakeford (Eds.), Inventive Methods: The happening of the social (pp. 48–60). London: Routledge ( traducción propia).

Y hablé en ese sentido, de algunos “falsos amigos del diseño colaborativo”, comúnmente empleados en el diseño urbano (véase, por ejemplo, algunas críticas recientes al formato participativo de Pensar Sol en Madrid: 1 y 2) y tecnológico:

(a)  usos validadores o sancionadores de procesos de diseño cuasi-completos (a los que denominé “diseño consultivo” o “diseño corroborativo” en función de la fase en la que se incorpora la voz del usuario);

(b) dispositivos en los que se pide a los usuarios que colaboren con su trabajo usando los cacharros o que proporcionen mucha información sobre sí mismos, pero haciendo esto comúnmente de un modo que impide que los usuarios puedan participar en el formateo de la información relevante para el curso de esos proyectos, productos y servicios (a lo que denominé formatos de “diseño colabodativo“).

2. Para interferir sobre esa tipificación de un modo política y éticamente relevante me está resultando increíblemente útil plantearme “a qué da acceso la accesibilidad”. Esto es, en qué nos permite pensar y cómo los discursos y prácticas en torno a la “accesibilidad urbana” (comúnmente entendida como un nicho discursivo de sistemas de medida antropométrica, tipificaciones de ambientes arquitectónicos y codificaciones legales que especifican las condiciones mínimas de tipos constructivos y sistemas de señalización para la diversidad funcional de sus habitantes, con el fin de hacer la ciudad más acogedora u hospitalaria, inscribiendo estas garantías o derechos en diseños urbanos “por defecto”, con los problemas que esto ha podido generar).

En estos meses, sin embargo, he venido ensayando la propuesta de que quizá la accesibilidad pudiera ser vista, si la leyéramos a partir de las reivindicaciones de los grupos concernidos y colectivos activistas por la vida independiente, más bien como una propuesta de radicalización de la democracia, en tanto significaría: revitalizar una cierta idea de autogestión o de gestión participada (como la implicada en un lema como “nada sobre nosotros sin nosotros”), que nos conmina no sólo a dar voz a todo el mundo en cómo quiere gestionar su vida (incluso con todas las dificultades que en ello puede interferir la diversidad de cualquiera), sino también hacer que nuestros formatos de diseño político y tecnológico sean más atentos a esas alteridades, a esos cuerpos diversos que comúnmente quedan fuera de las reflexiones y las consideraciones sobre cómo articular la vida en común (incluso en lugares donde esto no debiera ocurrir, por su vocación horizontal e integradora del cualquiera, como en los estallidos comunitarios experimentales del 15M en los que un olvido sistemático de estas cuestiones ha venido siendo denunciando, entre otras, por las comisiones de diversidad funcional, tanto en Sol como en Plaça Catalunya).

La accesibilidad, por tanto, emerge como némesis del diseño entendido como actividad creativa de un genio solitario que sabe lo que nos hace falta. La accesibilidad pudiera pensarse, en suma, como némesis de una cierta política tecnológica y del diseño de nuestros entornos que se plantea desde una distribución asimétrica de tareas y desde un modo de convocarnos a una vida regida por criterios ajenos a los propios de cada quién.

3. E intenté cerrar, vinculando ambas cosas, hablando de cómo en el fondo en situaciones como las que propician talleres de diseño colaborativo de productos de apoyo (como los propuestos por Bajo Coste o Funcionamientos en el Medialab-Prado, estos últimos más bien en la línea del diseño abierto/libre) pudiera observarse la articulación o la infraestructuración de nuevos formatos y sujetos de la colaboración que, atravesados por esta versión radicalizada de la accesibilidad, nos sitúan ante nuevos retos urbanos, políticos y de diseño (si es que estos términos pueden separarse): proponía, por tanto, pensar en y desde el “diseño de, por y para el cualquiera”.

El diseño de un cualquiera que quiere ser más que un consumidor o un pagador para ser libre, que se junta con otros cualquiera más o menos ignorantes a pensar/hacer y que para hacerlo necesita algunas condiciones: colocar a los expertos y profesionales en un plano de paridad y ponerse a cacharrear y a aprender a hacer de un modo más acorde a cómo quiere vivir su vida (convocando a otros cualquiera a que le ayuden a mejorar lo que hace a través de la documentación y difusión de su proceso, intentando, por tanto, “hacer la accesibilidad accesible”); pero también el diseño hecho por ese cualquiera que necesita las cosas de una manera determinada y no le vale exactamente de otra, que quiere poder decidir sobre ellas y que a veces no tiene más remedio que cacharrear para poder seguir adelante, siendo todo el proceso frágil y requiriendo de un tipo particular de mimo para poder seguir haciendo (cuando las condiciones institucionales y económicas que nos fragilizan no parecen hacer más que dilatarse y extenderse, requiriendo de nosotros que pensemos en otros formatos comunitarios de mercados y relaciones económicas); el diseño, en fin, para que ese cualquiera pueda intervenir en tener una vida personal y colectiva más digna y vivible

Un diseño para darse acceso a la vida pública, para poder fabricar (literalmente) esa posibilidad de un “nada sobre nosotros sin nosotros”, aunque para poder decir eso con orgullo haya veces que sea imposible no gritar: “Cualquier sistema que montéis sin nosotros, será derribado“:

[…] La acción humana depende de todo tipo de apoyos, siempre es una acción apoyada […] No podemos actuar sin apoyos, y sin embargo tenemos que luchar por los apoyos que nos permitan actuar”

– J. Butler (2012).  Cuerpos en alianza y la política de la calle,  Revista Trasversales, 26 (junio)

Os dejo por aquí el vídeo de la intervención.
Pero podéis también echar un vistazo a la reseña de la jornada hecha por el propio Marc Grau aquí.

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“Las infraestructuras de la vida cotidiana” | Entrevista en la Revista Estudios Cotidianos

El pasado mes de febrero, Marcos Cereceda me planteó una divagación en forma de entrevista para la chilena Revista Estudios Cotidianos 1(2), 2013, pp. 104-120, que acaba de ser publicada.

Forma parte de todo un número interesantísimo, con el sugerente título de “Una casa para la investigación”. A mí me han hecho el enorme honor de invitarme a su “Sala de estar”, en la que charlamos sobre “las infraestructuras de la vida cotidiana”.

¡Gracias de nuevo por la amabilidad y felicidades por el número!

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El cacharreo y su mimo | Panel “Arreglos, apaños, chapuzas y pegotes. Hacia una etnografía del cuidado material”, Sociología Ordinaria

Comunicación mía presentada en el marco del Encuentro Sociología Ordinaria el pasado 8 de mayo en el Medialab, hablando sobre ética del cuidado material y del proyecto en el que colaboro “En torno a la silla
El título que en un primer momento di era:

Haciendo sitio a colgantes y rampas. Mimo y apuntalamiento de las infraestructuras para la vida independiente

Pero para la charla lo cambié a:

El cacharreo y su mimo: Etnografiando el cuidado material en un proyecto de diseño activista para la vida independiente

Puede verse y descargarse el vídeo original aquí

Os dejo el vídeo de YouTube por acá…

[youtube=http://youtu.be/GE5IaWMj_KI]

En cualquier caso, esta presentación no se entiende sin las otras que conformaban la mesa, de las que os dejo aquí los enlaces:

– Daniel López: “El descuido del telecuidado

– Blanca Callén: “La vejez electrónica: hacia una ética del cuidado y la reparación (material)

– Vanina Hofman: “Historias de pantallas, ratones y teclados. Un acercamiento crítico a la preservación del arte digital

– Ronda final de preguntas y respuestas

Todas estas ponencias integraban el panel:
“Arreglos, apaños, chapuzas y pegotes. Hacia una etnografía del cuidado material”, del que os dejo aquí el abstract

El cuidado ha sido tradicionalmente una práctica alejada de la discusión pública, justamente, por su carácter ordinario. De hecho, su ordinariez ha sido lo que los estudios feministas han contribuido a poner en cuestión. Y es precisamente porque es ordinario, porque remite a aspectos mundanos e imprescindibles, que el cuidado debe estar en la agenda pública y política. Desde los primeros trabajos feministas sobre la ética del cuidado, esto ha conducido a una reconsideración de las complejas características del trabajo de cuidado: el reconocimiento público de necesidades, ya sea mediante leyes y/o políticas; la responsabilización en relación a dichas necesidades, ya sean definidas como individuales o colectivas; la correspondiente distribución equitativa de las tareas asociadas al cuidado y el trabajo material que todo esto implica, o la relación de cuidado tanto en su dimensión física como emocional (Tronto, 1993).

Sin embargo, si bien el “carácter material del cuidado” ha comenzado a estudiarse desde las ciencias sociales (Twigg, 2000, 2002; Mol, 2008; Mol et al., 2010), el “cuidado de lo material” parece que no ha profesado el mismo interés (Graham & Thrift, 2007; Gregson, Metcalfe y Crewe, 2009; Henke, 1999; Denis & Pontille, 2011; Puig de la Bellacasa, 2011, 2012). Probablemente esto se debe, una vez más, a su carácter doblemente ordinario. Dado que los objetos aparecen como “infraestructuras” de nuestra actividad, incluida la actividad de cuidar, el cuidado de los material es doblemente invisibilizado. En este simposio queremos prestar la atención que se merece a los arreglos, apaños, chapuzas y pegotes de nuestro mundo material más inmediato. A esas prácticas ordinarias de cuidado material que nos permiten “tirar p’adelante”, sostenernos y dar continuidad a las actividades que llevamos a cabo. Ya sea como profesionales, activistas del “hazlo tú mismo” o como gente “apañada” o “manazas”, nos interesa explorar tanto las prácticas de reparación como las de mantenimiento, las que de un modo más o menos intencional buscan esquivar la reparación anticipando el desgaste y la ruptura. A través de ellas queremos interrogarnos por los efectos que genera su in/visibilización a nivel político, económico, social o ético, así como por qué efectos efectos de exclusión / inclusión genera en términos de los actores implicados y la distribución de responsabilidades.

Fe de erratas (publicado en el blog de En torno a la silla)

“[…] con las prisas, Tomás no contó bien la historia de la rampa primigenia y su lema (aquella de la que tenéis la foto colgada como portada del blog), de la que surgen gran parte de nuestras inquietudes. Para hacer justicia, os contamos un poco mejor por acá: la rampa amarilla fue un encargo hecho por la Comissió de festas del Carrer Fraternitat, la calle de Sebastián Ledesma, en el marco de las Festas de Gràcia de 2011, para devolverle la accesibilidad que por la disposición de los adornos, escenario, se pierde en los días de fiesta, etc.

Alida, Rai y Pepe se pusieron manos a la obra con ello y pensaron en darle otro toque, para que fuera algo más que una tarima, de donde salió el lema ‘La revolució serà accessible o no serà’ que tiene escrito.

A esto se añadieron otras iniciativas, como la impulsada por Xavier Duacastilla de hacer un informe sobre la situación de inaccesibilidad durante las fiestas, a partir de un paseo que visibilizara que “para nosotros no nos hacen gracia estas fiestas”. Las rampas y la visita a las fiestas tienen mucho que ver con la existencia de la Comisión de Diversidad Funcional del 15M en Pl Catalunya y, en cierta manera, expresan el espíritu de la misma…

Para una historia más detallada ved estos dos post del blog de la Comissió de Diversitat Funcional del 15M Plaça Catalunya de agosto (1) y septiembre (2) de 2011.”

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En torno a la silla


Llevo desde finales de noviembre colaborando etnográficamente y participando activamente en el proyecto “En torno a la silla“, auspiciado por el MediaLab-Prado en su convocatoria Funcionamientos. Diseños abiertos y remezcla social.

La convocatoria de Funcionamientos. Diseños abiertos y remezcla social del Medialab-Prado nos ha facilitado concretar una propuesta de entre el infinito universo de posibilidades que ofrece la complejidad de la diversidad funcional. Cuando decimos diversidad funcional, no estamos diciendo “discapacidad” o “minusvalía” de otro modo, estamos diciendo: todos somos diversos funcionales y estamos reivindicando esa condición, contra la idea del cuerpo normalizado, contra el cuerpo excluido por un funcionamiento singular, pero también contra el cuerpo sujeto en la producción y reproducción del sistema, contra el cuerpo expoliado de sus potencias. Entonces es importante para nosotros llevar esta noción a cuestas, dejar que ella interpele, conforme e impregne nuestros territorios: diseñando desde la diversidad, acortando los requerimientos funcionales de nuestros lugares, creando caminos de participación en los procesos de diseño de nuestras bases territoriales: vecinales, barriales, creando entornos capacitantes en el verdadero sentido, estimulantes, alegres, inquietos…

El proyecto propuesto consiste en diseñar y prototipar tres objetos que constituyan un kit y que acoplados a la silla habiliten otras posibilidades al usuario: una rampa portátil, una mesita abatible y un reposabrazos-maleta. Por lo mismo, la idea es poder diseñar también una plantilla básica de los objetos y un esquema de montaje que faciliten su construcción y su adaptación a las posibilidades técnicas de las que se disponga.

Acabamos de abrir el blog y en él iremos buscando documentar la experiencia y reflexionar sobre el proceso en el que nos estamos metiendo…

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¿El envejecimiento activo como envejecimiento activista?

Hace un tiempo que vengo dándole vueltas a una idea, desde que empezó a hablarse del movimiento de los iaioflautas: ¿cómo afectaría a las tesis del “envejecimiento activo” pensar desde este formato de activismo de las personas mayores?

El “envejecimiento activo” es un conjunto de términos y prácticas (bastante menos orgánicos de lo que se cree) que se suele plantear como nuevo marco de actuación gerontológica que huya de las caracerizaciones “pasivas” de la vejez. En muchas ocasiones el término es ocupado por versiones de la gerontología de orientación psicológica (véase la obra de R. Fernández-Ballesteros) y su modelo bio-psico-social (que básicamente plantea algo así como que los seres humanos estamos cortados por tres estratos, con tres tipos de disciplinas que pueden gobernar cómo cada uno de estos estratos puede ser mejor utilizado o empleado para tener una vida “con calidad”, “saludable” y “exitosa”). Las críticas de algunos de los deniminados “critical gerontologists”, como Stephen Katz es que normalmente esto se plantea como un bien en sí mismo, al margen de cualquier contexto singular y político particular.

Pienso en si estas nuevas formas del “poder gris“, como algunas personas le llaman (véanse los Cuadernos de la FIAPA sobre el tema: vol. 1 y vol. 2), pudiera estar transformando desde dentro las idaes y prácticas de tipo individual-liberal sobre la mayor implicación de los mayores en sus entornos –que muchas veces se plantea desde la idea de recuperar a los “seniors”, profesionales bien formados, para la toma de decisiones, manteniéndoles en condiciones de productividad e incorporando su sabiduría para los contextos productivos actuales, como en el caso del movimiento SECOT– a partir de un formato de participación activista, al modo de lo que hicieron los “Grey panthers” americanos.

¿Cómo un formato de participación como este re-haría o transformaría el propio significado del término así como de los significados y efectos de las actividades en las que toman parte los mayores (normalmente gobernadas por profesionales que ponen a los mayores a hacer cosas en diferentes entornos: jugar, bailar, etc.)?

Todo esto por haber leído esta noticia del Washington Post:

“They occupy banks, stage sit-ins at government buildings and roar their rage at their own government and at German Chancellor Angela Merkel.

They also use canes and crutches to get to these so-called ‘actions’ — because their average age is 70.

These Spanish grannies and grandpas, part of a protest movement for seniors called the ‘yayoflautas,’ say you are never too old for a revolution. The change they want is for Spain to slow down its tough budget cuts pushed by Germany and instead focus on growth and job creation to solve their country’s crippling debt crisis

[…]

The group was formed after about 15 grandmothers and grandfathers sharing a meal at a Chinese restaurant in Barcelona decided they needed to do something because they thought the younger generation was too passive about the situation in Spain. Since its founding, the group has grown to more than 1,000 members.

[…]

‘Becoming a yayoflauta is more helpful than going to the doctor,’ Mr. Gonzalez said.

‘You are mentally active. You do exercise because you go here and there. You have less time to think about your ailments. You are not lonely anymore, and you have fun.'”

Read more: In Spain, they’re never too old for a revolution – Washington Times http://www.washingtontimes.com/news/2012/nov/8/in-spain-theyre-never-too-old-for-a-revolution-sen/?page=3#ixzz2BpQX3Bzo
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Las lógicas del telecuidado: La fabricación de la ‘autonomía conectada’ en la teleasistencia para personas mayores | Tesis doctoral

Las lógicas del telecuidado: La fabricación de la ‘autonomía conectada’ en la teleasistencia para personas mayores | Tomás Sánchez Criado

Tesis doctoral presentada en Octubre de 2012 en el marco del POP de Antropología de Orientación Pública de la Universidad Autónoma de Madrid

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Jubilares: envejecimiento participativo y auto-gestionado

Gracias a un post del blog “Innovation for growth”, escrito por el experto en co-creación Carlos Bezos, acabo de descubrir “Jubilares” una interesante experiencia de “envejecimiento activo mediante el diseño, construcción y autogestión de la propia comunidad de mayores