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La ecología de saberes vibrantes de Bruno Latour

Texto publicado simultáneamente en Ankulegi & CTXT

La catástrofe ambiental nos trae de cabeza. Por todas partes aparecen movimientos activistas, pronunciamientos reaccionarios que se les oponen y propuestas de soluciones que se expresan sin ningún atisbo de duda. En esta situación de estupor, en la que empezamos a tomar conciencia de la finitud planetaria, el trabajo de Bruno Latour (fallecido el pasado 9 de octubre de 2022) pudiera ser de gran inspiración para cultivar ecologías vibrantes de pensamiento colectivo, con el fin de abordar los retos del “Nuevo Régimen Climático”. 


Ecologistas en guerra

En Alemania, donde he vivido los últimos 8 años, nadie habla de otra cosa: Lützerath. Quizá os suene, es el primer lugar donde han arrestado a Greta Thunberg, tras una prolongada ocupación, sentadas y una batalla campal por su desalojo. Desde hace casi dos años, una infinidad de activistas luchan en este pueblo del Oeste del país al grito de keep it in the ground (dejadlo en el suelo) o Klimaschutz ist Handarbeit (la protección del clima es un trabajo manual). Su objetivo es evitar la desaparición del pueblo ante la ampliación de la mina de lignito a cielo abierto de Garzweiler, que ya ha engullido varias localidades colindantes. 

Aunque la ampliación de la mina no es una nueva medida, ha cobrado un carácter extremadamente complejo tras la invasión de Ucrania. A pesar de ser cuestionada por más de 500 científicos, la retórica de cortar la dependencia energética de Rusia ha intensificado la necesidad de extraer carbón localmente, lo que algunos residentes han percibido como una traición por parte del partido Verde, integrante del gobierno de coalición alemán. Esta traición parece haberse visto refrendada por las declaraciones de un parlamentario de los Verdes, que acusa a estas personas que protestan (como también están haciendo grandes medios alemanes) de haber roto con la tradición de la no violencia del movimiento ambientalista, atentando contra la propiedad y la integridad física de otras personas. 

En mitad del ruido, una foto de Marius Michusch se ha hecho icónica; tanto por la excavadora que representa––un ser cometierra, verdadero devorador de paisajes––, como por la protección policial que documenta––reflejando la violencia de que no hay alternativas al modelo de producción extractivista––. La imagen constituye un buen resumen de los dilemas contemporáneos de un mundo ante el abismo. Espoleados por la sensación de que a nuestro alrededor el mundo arde y la gente sufre, vivimos una época de renovadas pasiones ambientalistas, a las que muchas veces se les oponen distintas formas de negacionismo. Frente a la defensa del pueblo, hay quienes sugieren que el desalojo se haga rapidito, que se dejen de tonterías, que hay que poder seguir calentando nuestras casas, que no pasa nada.

19:42 Bagger extrem nah an Arbeitern und Polizei. Strategie von RWE; Aktivistisch nutzbare Fläche schnell wegbaggern. #Luetzerath. Marius Michusch https://twitter.com/marius_mich/status/1610708837463474183/ (7:44 PM · Jan 4, 2023)

Pero claro que pasa. Estamos en un momento muy complicado y vertiginoso. Algo ha cambiado en muchos de nosotros. Quizá fue un poco antes de la pandemia, con esos fuegos desbocados de Australia y sus koalas calcinados. O quizá fueron las olas de calor que aplastaron Europa el pasado verano. Ya no somos los mismos, ni siquiera los que se niegan a aceptar que algo esté pasando. Algo no termina de funcionar en nuestra forma de vida. Ante los reiterados avisos de la catástrofe ambiental en curso, la búsqueda de seguridad lleva a algunas personas a aferrarse a pronunciamientos identitarios rotundos, cuando no profundamente violentos. Pero también se suceden las visiones apocalípticas. Y, para hacerlo todo aún más complicado, revolotean por todos lados soluciones de distintos expertos, muchas veces incompatibles, que se expresan sin un ápice de duda. Malos tiempos para la lírica o, lo que es lo mismo, la pausa, la discusión y el pensamiento colectivo.



La esperanza (de Pandora) es lo último que se pierde

Precisamente en un momento así, me gustaría reivindicar la relevancia del trabajo de Bruno Latour ––filósofo y antropólogo de la ciencia y la tecnología, ensayista de la ecología política–– que, tomando conciencia de la finitud planetaria, ha hecho relevante otra manera de pensar, más alegre y viva, vibrante y tentativa, para hacer frente a la mutación climática. El suyo era un modo de abordar problemas gigantescos (la verdad, la eficacia, la transformación de la política como un asunto más que humano) alejado de las grandes narrativas. Su planteamiento era siempre empírico, cuando no específicamente etnográfico. Latour fue uno de los grandes artífices de lo que se conoce como “teoría del actor-red”: una caja de herramientas descriptiva para entender los modos de existencia de los modernos, nuclear para aproximarse a los dilemas de la contemporaneidad.

Por ello, cuando supe de su muerte, el pasado 9 de octubre de 2022, no pude evitar llorar. Como uno llora cuando pierde a alguien que le ha cambiado el curso de la vida, con esa mezcla de desesperación y de reconocimiento. Y recordé cómo empecé a leerlo, de la forma más absurda. En 2002 cogí el libro La esperanza de Pandora de la biblioteca de la madre de un amigo. Lo abrí, me picó la curiosidad y no lo podía dejar: aquello era un relato apasionante de los procesos de construcción de los hechos o cómo las técnicas hacen mundo. Le pedí a mi amigo traerlo de vuelta al día siguiente, pero esto nunca ocurrió. No pude proteger el libro cuando comenzó un chaparrón espantoso mientras esperaba el autobús en una parada sin marquesina. A pesar de la vergüenza de no saber cómo devolver un libro maltrecho, desde entonces Bruno Latour me ha acompañado media vida. Siempre vuelvo a él cuando necesito recordarme que el oficio de investigar puede ser también divertido y apasionante: algo para lo que, seamos sinceros, tenemos muy poco soporte institucional. Pero como siempre me recuerda desde una de mis estanterías aquel libro mojado con el que empezó todo, la esperanza (de Pandora) es lo último que se pierde.

Le conocí en persona en 2005. Aún recuerdo la fascinación de merodear con él entre las instalaciones de la exposición Making Things Public, que comisarió en el ZKM de Karlsruhe, donde fui a entrevistarlo. Sin embargo, tener de cuerpo presente a la persona que a uno le inspira no es necesariamente lo más relevante. Lo que siempre me atrajo de su lectura fue que cada vez que lo leía vibraba. Literalmente, el mundo se movía: por ejemplo, aun con el libro mojado en la mano, ese autobús que me llevaba a casa era un ente vibrátil, una componenda azarosa e inestable de distintas entidades cooperando, a través del tiempo y el espacio, para transportarnos.

Aunque tras el 15-M me distancié un poco, las prioridades eran otras y la creatividad salvaje omnipresente, desde 2019 me fascinaron sus entrevistas eléctricas en la radio France Inter. En ellas era siempre divertido y lúcido, comentando asuntos como los Gilets jaunes o el Brexit y la pandemia desde lugares interesantes. A causa de ello, poco a poco me enfrasqué en su trabajo reciente, que pone en el centro la actual mutación ecológica. Una situación que, según argumentaba, requiere de nosotros repensar el papel de los saberes, así como las formas políticas que tendremos que ensayar, pues el reto excede a nuestras actuales instituciones.

Hay muchas maneras de hacer un homenaje intelectual, también de hacerlo mal. Sólo se me ocurren algunas de intentar hacerlo bien. Frente a la idealización de personas, la historia intelectual, pues las aportaciones, para ser valoradas, requieren reconstruir bien el contexto de debates en que se hicieron: el trabajo de Latour sólo puede entenderse como un “vuelo compartido” con otra mucha gente, de entre quienes destacan, quizá, Michel Callon, Michel Serres e Isabelle Stengers (véanse estos dos artículos recientes de Callon, donde reconstruye muchas de estas interacciones: 1 | 2). Pero también, vindicar los “pequeños gestos” de una manera de pensar, como la centralidad del humor en la escritura de Latour que reseña Morgan Meyer en un reciente comentario. Y, por último, ensayar su puesta en uso, para lidiar con los problemas propios, que es lo que quisiera hacer aquí. 

Al reencontrarme con su lectura apasionada, me di cuenta de que hacía tiempo que no vivía esa frescura de volver a sentir el mundo vibrar cuando uno lee. Esta es la razón que me lleva a querer compartir mi pequeño homenaje a un pensador alegre que cultivó ecologías de pensamiento colectivo, cruciales para abordar las diatribas y los retos del momento presente. Esto no tiene que ver con hacer proselitismo, sino con querer resonar con su forma de pensar o, dicho de otro modo, con practicar un gesto latouriano. 



En la zona crítica

En su trabajo reciente hay una noción central: “Nuevo Régimen Climático”, que remite a los problemas a los que nos ha arrojado un modo de vida particular, la producción y su dependencia de las energías fósiles. Un régimen destructivo que ha transformado nuestros entornos, moldeado nuestros saberes e instituciones políticas durante más de un siglo, poniendo en riesgo la habitabilidad del planeta. Al mismo tiempo, esta caracterización sugiere la posibilidad de su transformación, de un antiguo a un nuevo régimen: lo que supone la búsqueda de otros horizontes de sentido para engendrar formas plurales de habitabilidad en un momento francamente complejo y problemático, sin garantías. De todo eso tratan el erudito Cara a cara con el planeta, los ensayos para el gran público que le han hecho popular recientemente, Dónde aterrizar y Dónde estoy, o el maravilloso catálogo de la exposición Critical Zones

Como Latour repetía incesantemente: a pesar de que la producción ha tenido efectos planetarios, no vivimos en el mismo planeta y necesitamos volver a aprender a vivir juntos. Pero para ello los modernos, principales artífices de este cambio, deben volver a entender su lugar en el mundo. El proyecto lo resumió muy bien Patrice Maniglier, en uno de los mejores obituarios académicos producidos tras la muerte de Latour: “Hacer aterrizar a los modernos supone … reabrir la pluralidad de las proyecciones terrestres. Y, también, reflexionar sobre las condiciones en las que la modernidad podría coexistir en la misma Tierra con otras formas de habitación terrestre, sin erradicarlas ni subyugarlas”. Para caracterizar esa pluralidad de proyecciones terrestres, Latour hablaba de Gaia: un término tomado de los trabajos científicos de James Lovelock y Lynn Margulis, pero que convierte en un concepto propio. 

Gaia no se trata ni de la madre tierra new age ni del planeta como totalidad sistémica o cibernética, como lo tratan las ciencias que estudian la simbiogénesis o el sistema Tierra. Antes bien, es un ente emergente, que aparece y desaparece, donde es central la actividad de los vivientes: quienes producen la inestabilidad atmosférica que hace única a la Tierra. Su consistencia es la de un tapiz parcheado, no unitario y complejo. Ese carácter requiere todos nuestros esfuerzos para conocer sus “intrusiones”, a muy diferentes escalas. Las ramificaciones e interpenetraciones complejas que Latour mostró y reflejaba en su trabajo colectivo con las científicas y los científicos de los Observatorios de la Zona Crítica, nos conminan a la tarea de no dejar de indagar nunca. Porque hacer describibles y discutibles esas “zonas críticas” (donde los vivientes se la juegan literalmente, pero también donde más se afanan para continuar haciendo mundos vivibles, en su pluralidad irreducible) no es fácil.

Lüzerath es un interesante ejemplo de ello. Según el politólogo Pierre Charbonnier, el retorno de la extracción minera a Europa tras la invasión de Ucrania rompe una distinción espacial fundacional moderna, crucial al extractivismo colonial de la producción: la que distingue “dónde vivimos” y “de dónde vivimos” los modernos. Parece previsible que, teniendo de nuevo las minas cerca de casa, estos conflictos irán a más y serán más duros, lo que podría traer nuevas vías para la ecología política. Pero esta ruptura parece habernos arrojado más bien a lo que Charbonnier llama una “ecología de guerra”, donde el frente se ha desplazado a nuestras formas cotidianas de uso energético: la situación paradójica de sostener desde el consumo la maquinaria de guerra a la que muchos nos oponemos políticamente, o donde parar la maquinaria de guerra puede tener que ver con transformar nuestra relación con la producción y sus usos energéticos. Esa ecología de guerra y sus dilemas son el trasfondo de la imagen de Marius Michusch que antes mencionaba. Es una fotografía potente que quizá gane premios, pero que, también, permite hacer una distinción demasiado rápida entre quiénes son “los buenos” y “los malos”. En la mayoría de casos la distinción es compleja. 

Pensemos en las acciones de colectivos que están redefiniendo los contornos de la acción directa del ambientalismo, como Letzte Generation (última generación) en Alemania, Just Stop Oil en Reino Unido o Futuro Vegetal en España. Más allá de la famosa y disputada curadoría de arte del fin del mundo, sopa vegetal y pegamento mediante, una de las acciones más peculiares de concienciación cívica de Letzte Generation ha sido pegarse al asfalto y hacer sentadas parando el tráfico en cruces urbanos. Tras el estupor inicial de quienes se veían forzados a parar sus coches, cada vez más conductores y viandantes reciben sus sentadas con violencia. En algunas acciones recientes, al ver que iban a bloquear la calle, los coches se han negado a parar, poniendo a los activistas en peligro y llegando a arrollarlos en ocasiones.

Ciertos medios alemanes se dirigen a estos activistas con el epíteto despectivo de Klima-Kleber (los que se pegan por el clima). Su ridiculización por parte de los medios me produce una profunda tristeza porque, a través de estas acciones, estos colectivos buscan politizar la catástrofe planetaria, advirtiendo del papel central que cumplen las energías fósiles en ello, empleando el tráfico rodado para demostrar su posición. Pero la rabia y el rechazo que muestran los conductores parece revelar que esa ecuación no es tan sencilla. Cuando menos, opera paradójicamente por abstracción: parar ese coche en concreto, no implica parar el problema y, lamentablemente, tampoco parece invitar a considerar las razones de dependencia del coche de aquellos a quienes paran. Lo que, sin duda, no hace la violencia menos desdeñable, pero ¿cómo salir de este dilema?



La importancia de describir bien

Para hacer estas situaciones pensables creo que Latour puede ser de gran relevancia. En Dónde aterrizar, por ejemplo, propuso recuperar los “cuadernos de quejas” anteriores a la Revolución Francesa, donde los diferentes estamentos fueron llamados a describir los problemas que aquejaban a sus territorios. Esta herramienta descriptiva cobró sentido renovado en el contexto de las revueltas de los Gilets jaunes, donde se puso en discusión cómo ciertas políticas ambientales pudieran impactar paradójicamente en quienes no tienen dinero para renovar su viejo diésel. En un consorcio junto con profesionales de la arquitectura y las artes escénicas, Latour y sus colegas exploraron entre 2019 y 2020 en qué podrían consistir unos “nuevos cuadernos de quejas”, desarrollando para ello cartografías personales y territoriales en diferentes ciudades francesas. Se dibujaron, así, espacios de disputa y de alianza.

A mi juicio, estas experiencias empíricas son de gran inspiración si deseamos encarar los dilemas del “Nuevo Régimen Climático”. Para lidiar con el estupor necesitamos aprender a describir bien: tomándonos el tiempo para entender las redes de las que dependemos y su escala variable. La descripción es una forma de intervención: como en los cuadernos de quejas, implica también inscribir las desigualdades que aquejan a esos territorios, sus orígenes y disputas. Al hacerlo, se hace difícil, sin embargo, convertir a unos en heroínas o héroes incomprendidos y a otros en zombis de las energías fósiles. Pero, a la vez, esa propuesta descriptiva nos permite ir más allá del enfrentamiento entre gente que, de otra manera, pudiera compartir mundo o lucha, dando paso a otras políticas de re-ensamblaje de nuestras formas de vida, más allá de la producción. Se trata de una tarea compleja, sin duda.

El septiembre pasado, Philip Oltermann publicó un artículo en el diario The Guardian que lidiaba con esa complejidad. Relataba los retos que enfrenta una planta de la multinacional BASF, en la localidad alemana de Ludwigshafen, cuyo trabajo podría verse afectado por el racionamiento del gas ruso, tras las sanciones por la invasión de Ucrania. El artículo habla de un lugar difícil de pensar: con profundos y perversos lazos socio-ecológicos, en el centro de un brutal pliegue de escalas. No sólo por sus 2850 kilómetros de tuberías. Además, la planta consume una cantidad anual de gas semejante a la de toda Suiza. A pesar de su apariencia exótica y lejana, los productos químicos que produce están profundamente incrustados en el tejido de lo cotidiano: pasta de dientes, vitaminas, aislamiento para edificios, pañales, ibuprofeno para analgésicos o suministros para la industria automovilística de media Europa. 

Desde que lo leí no dejo de pensar en ello: ¿cómo intervenir en ese pliegue abigarrado, cuyo desmantelamiento o crisis afecta no sólo al consumo de combustibles fósiles o industrias de las que subsisten muchas personas, sino también a la posibilidad de contar con productos médicos y de higiene que permiten nuestra supervivencia? En su artículo Imaginar los gestos-barrera contra la vuelta a la producción anterior a la crisis, publicado durante el confinamiento, Latour argumentaba que: “No se trata ya de retomar o de modificar un sistema de producción, sino de salir de la producción como principio único de relación con el mundo”. Pero, ¿qué gestos-barrera podemos ensayar para reensamblar lo que Ludwigshafen ha plegado de otros modos? Esta es una tarea que requiere un ingente trabajo colectivo, toda una inventiva política para explorar ensamblajes alternativos.

La inmensidad del reto produce parálisis. A esto no ayuda la proliferación de diferentes formas de ignorancia instituida o negacionismo que nos abisman. Y, muy a nuestro pesar, tampoco los relatos simplistas y guerreros de la práctica científica, tan presentes en el movimiento ambientalista. El problema de lemas como “seguir a la ciencia” o “unirse contra el negacionismo” es de orden práctico, tanto en su sentido laxo —¿a dónde, cómo, por qué medios?— como en el filosófico pragmatista: es decir, hay que explorar con calma cómo se ha construido un hecho y sus efectos —“para qué” y “a costa de quiénes”—, sin dejarnos embaucar por soluciones en apariencia sencillas. Sea como fuere, debemos llevar a cabo un importante trabajo colectivo de descripción, lo que requerirá debates llenos de disputas, si aspiramos a dirimir cómo enfrentar la tarea de armar otra forma de vida.

Entrevista a Bruno Latour (6/12)
Inventar dispositivos colectivos


Hacia una nueva clase ecológica

Para ello, quizá necesitemos renovar el vocabulario y las prácticas de la ecología política. Eso implicará, por seguir con el gesto de inspiración latouriana, pluralizar y ampliar los modos de implicación pública de la ciencia más allá de formas tan iluministas como la divulgación o la pedagogía, centradas en “tener razón”; algo que no parece muy útil para hacerse con la complejidad de los problemas y la necesidad de perpetua indagación del presente. A pesar de que debemos congratularnos de que haya devenido asunto público, necesitaremos muchas más voces que las que copan las trifulcas mediáticas entre colapsistas, decrecentistas y partidarios del Green New Deal. También, aprender caso a caso a dimensionar los debates para participar de la composición de entornos más habitables para distintos seres: sin obviar la complejidad, pero sin abundar en la desesperanza ni la esperanza estériles.

En ese sentido, en su trabajo reciente con Nikolaj Schultz, Latour habla de la necesidad de una “nueva clase ecológica” que, al igual que la obrera en el siglo XIX, debe ser construida. Sin embargo, y aquí empiezan los problemas, la clase obrera no puede ser el molde: la materialidad y el sentido de la historia son distintos, la tarea de composición de otro orden. Para empezar, la afectación de los fenómenos ecológicos es muy diversa en sus expresiones, no hay una única naturaleza. Para seguir, la producción, y no sólo su redistribución o reapropiación, es el problema. Como Latour mencionaba en ese artículo durante el confinamiento antes citado: “quizá es el momento de inventar un socialismo que discuta la producción en sí misma … la injusticia no se limita únicamente a la redistribución de los frutos del progreso, sino a la manera misma de hacer fructífero el planeta”.

Para hacerse sensible a estos retos y la indagación que eso requiere, será importante, a su parecer, equipar a esa clase. Y hablan de la importancia de las artes y su capacidad de describir y de afectar para ello. No artes pedagógicas o divulgativas: con su moral ya precocinada o desplegando un saber ya cerrado. Más bien, se trataría de experimentar con lo que denominan unas “artes políticas”: la práctica especulativa y exploratoria de las condiciones (estéticas, epistémicas y morales) desde las que abordar el “Nuevo Régimen Climático”, así como de las configuraciones políticas que se harán ahí relevantes (un trabajo que Latour inició en su libro Políticas de la Naturaleza y desarrolló posteriormente en el catálogo de la exposición Making Things Public). 

El reto, como recordaba recientemente Latour en su contribución al libro que relata la experimentación durante más de una década de la Escuela de Artes Políticas (programa de estudios que dirigía en Sciences Po), es que “no hay mundo común ni nunca lo ha habido. El pluralismo estará siempre con nosotros”. Esto requiere de exploraciones y tanteos siempre situados, dimensionando los problemas caso a caso, para explorar los contornos de lo común, pero también las divergencias. En diferentes iniciativas colectivas del propio Latour, junto con Frédérique Aït-Touati y Alexandra Arènes, la dramaturgia y el arte de los diagramas han sido dispositivos experimentales centrales, junto con las exposiciones antes mencionadas, para describir y poner en discusión distintos problemas, así como para explorar las formas de abordarlos políticamente.

La tarea de esas artes políticas para componer una clase ecológica, sin embargo, requiere el acompañamiento de una ciencia que no se centre en perpetuar el estilo aberrante que ha popularizado Don’t look up: echándose las manos a la cabeza ante lo idiotas que somos, porque no escuchamos. Antes bien, hace falta una ciencia que participe del proceso vibrante de indagación de lo existente y de lo posible. La clase ecológica, según Latour y Schultz, debiera estar integrada también por cuadros políticos y funcionarios del Estado. A pesar de la prevención que este aserto pueda generar, esto pudiera ser crucial para su éxito. Asimismo, los partidos y movimientos ecologistas deberían pasar de moralizar, apesadumbrar y regodearse en la catástrofe, a explorar, recuperar y defender, con alegría, distintos sentidos, no unitarios, de buena vida más allá del proyecto moderno (como, por ejemplo, el Sumak kawsay, pero también como en Lützerath).

Todo ello será necesario para pensar la des-economización que necesitamos emprender. Ese proceso requerirá dejar cosas de lado, frugalidad y sobriedad, pero también hacer existir distribuciones más justas de la habitabilidad y la imaginación de lo posible: ensayando distintas nociones de prosperidad para convertir esa clase ecológica en una clase abiertamente múltiple o, como diría Marisol de la Cadena, “común a través de la divergencia” (lo que hace falta en un kampong de Yakarta puede no ser lo mismo que en una eco-granja de los Alpes, y no serán lo mismo hoy que mañana). ¿Quizá esta idea de una clase ecológica permita construir puentes ayudando a confederar, sin perder las diferencias, a eco-feministas, decrecentistas, movimientos de ecología negra, decoloniales e indigenistas o a diferentes vertientes de eco-marxismo y ecosocialismo?

Frente a la dureza de lo que los próximos años traerán y para desactivar la desesperanza de los cambios que tendremos acometer, será más relevante que nunca la ecología de saberes vibrantes que Bruno Latour cultivó en vida: con su experimentación descriptiva y su pensamiento colectivo generativo. Ante el serio reto del “Nuevo Régimen Climático”, en situaciones donde el miedo nos atrapa, no nos deja pensar y caemos en la tentación de abrazarnos a quienes nos ofrecen soluciones fáciles, quizá sólo esa alegría del pensar colectivo pueda ayudar a engendrar la habitabilidad plural de nuestras zonas críticas. Ese sería su mejor legado.

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Care in Trouble: Ecologies of Support from Below and Beyond

In 2018-2019, my colleague Vincent Duclos and I worked on different versions of an essay that was given green light by the Medical Anthropology Quarterly last August and has now been included in the 34(2) issue. It was a hard process, but also a wonderful occasion to learn from the inspiring work of many colleagues and a joyful opportunity to experiment together with a conceptual writing repertoire.

Titled “Care in Trouble: Ecologies of Support from Below and Beyond” the article wishes to map out how care has proliferated as an analytical and technical term aimed at capturing a vast array of practices, conditions, and sentiments. As we argue in our exploratory orienting essay–rather than a deep dive ethnography–care seems to have also expanded to many other reproductive domains of life, where it has been mobilized as a conceptual lens that affords privileged access to the human condition.

This essay is premised on the conviction that, in spite of and perhaps also because of its rising popularity, the analytics of care is in trouble. Drawing inspiration from STS, “new materialist” work, and the writings in black, Indigenous, anticolonial, feminist, and crip studies, we suggest that discussions within anthropology might benefit from opening care from both “below” and “beyond” in what we are calling “ecologies of support.”

Ecologies of support are not to be mistaken for all-encompassing environments. Their protective effects more often than not are discontinuous and unevenly distributed. Thinking about ecologies of support entails placing a new focus on how different kinds of bodies are differentially supported, cared for, and capable of influencing their own conditions of support. Because spaces of care and safety can also easily morph into forms of containment and exclusion, what is needed are more accurate cartographies of the many intersections and frictions between the enveloping and the diverging, the protecting and the containing, the enduring and the engendering, as they play out in care practices.

Our proposal is for anthropology to not simply seek to represent or bear witness to these practices, but also to reinvigorate care by experimenting with modes of inquiry and intervention that operate along new axes of movement and new relational possibilities—a dynamic ecosystem if you will.

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We would be happy and eager to learn from your comments and reactions to it, if you had any.

Picture CC BY 2006 Vladimer Shioshvili

Abstract

Over the last decades, care has proliferated as a notion aimed at capturing a vast array of practices, conditions, and sentiments. In this article, we argue that the analytics of care may benefit from being troubled, as it too often reduces the reproduction of life to matters of palliation and repair, fueling a politics of nationalism and identitarianism. Picking up the threads of insight from STS, “new materialisms,” and postcolonial feminist and indigenous scholarship, we discuss care from “below” and “beyond,” thus exposing tensions between the enveloping and the diverging, the enduring and the engendering, that play out in care practices. We propose “ecologies of support” as an analytic that attends to how humans are grounded in, traversed by, and undermined by more‐than‐human and often opaque, speculative, subterranean elements. Our proposal is for anthropology to not simply map life‐sustaining ecologies, but to experimentally engage with troubling modes of inquiry and intervention.

Published as Duclos, V., & Criado, T. S. (2020). Care in Trouble: Ecologies of Support from Below and Beyond. Medical Anthropology Quarterly 34(2), 153–173 | PDF

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‘Welfarocene’ or ‘Medicene’? A provocation to rethink the future of care

https://twitter.com/parrhesiazomai/status/1258703007413346304
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How to care for the opening of care infrastructures?

[EN] How to care for the opening of care infrastructures?

(Versión en castellano más abajo)

The mess we’re in has accentuated two recurring concerns, perhaps with newer nuances: (1) the importance of tinkering and opening up care infrastructures and equipment; (2) the relevance of experimenting with their documentation (precisely in the distance of a remote confinement)

(1) Here we are again in an austerity crisis, again care as the main mode of response, and yet again in need of proprietary equipment, closed down by patents and strict rules of circulation (where the health expertocracy & free market meet). But there are also mismatches…

The previous crisis brought out a wealth of forms of tinkering and inventiveness, DIY hacks and 3D printed contraptions in all kinds of initiatives. That crisis deeply impacted architecture and design, but health systems protected themselves from what was though to be a dangerous experiment …

Health struggles revolved around supporting public infrastructures, but beyond a discussion around generic drugs, the ‘question concerning technology’ did not seem to pop up much, even though its importance was highlighted (e.g. open orthopedics and technical aids)

The urban experimentation of many DIY urbanism, collective architecture and handmade urbanism… made emerge a context to explore other ways of opening up the city’s infrastructures and their rights. All of this has been sadly crumbling: too much personal – and too little institutional – an effort

Now a new techno-political field seems to emerge, even more closed than the previous one: Will this situation of health infrastructural collapse allow for an experimentation with seizing the means of care, opening up an inquiry on how this might be supported by public infrastructures? Time will tell

(2) Now, as it happened, those findings and practical solutions need to be traced and circulated, knowledge of an expert and experiential kind sprout and turn ideas that come and go. We document to share, but also not to forget…

And, also, a great variety of digital platforms erupt, wishing to centralise the archiving of such experiences, their tagging and categorization: websites, telegram channels, but also Twitter as an archive of a tinkering society in need of auto-inscribing to endure, when not just to be…

With a big difference: ten years ago, online presence was treated as a mere support, an aid, main-staging embodied togetherness. However, in the distance of a remote confinement digital documentation takes on a different – and greater – relevance

Many of the insurgent archives documenting the critical experiences of years ago have now disappeared: we didn’t have the time, the will, the conditions to work to maintain and care for all of them – some have survived, many thanks to the use of commercial platforms whose servers are still intact

Will we forget and obliterate what we have learned, the traces of the new that emerge, the timeless solutions that always reemerge, the dramas of the moment? Sure, we need to forget in order to go on, but digital records are deeply fragile. Will we let the same thing happen to us again? What to do?

P.S. This thread is a testimony of many conversations in the last years with @entornoalasilla @adolfoestalella @acorsin @cboserman @jararocha @blancallen @birrabel @dlopezgom @ CareNet_IN3 @zuloark @Makeatuvida @Alephvoid @autofabricantes @ alafuente @ janinakehr @SaraLF @crinamoreno

P.S.2. But also a reflection after witnessing what @frenalacurva @ItaliaCovid19 @CovidAidUK @nwspk are making emerge, together with the great number of health practitioners and makers documenting their inventiveness – here on Twitter, for instance – around the globe

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Slightly amended version of a thread published on Twitter

[ES] ¿Cómo cuidar de la apertura de las infraestructuras del cuidado?

Este momento delirante ha acentuado dos preocupaciones recurrentes, con nuevos matices: (1) la importancia del cacharreo o la apertura de infraestructuras y equipamientos del cuidado; (2) la experimentación con su documentación (en la distancia de un confinamiento a distancia)

(1) De nuevo una crisis por austeridad, de nuevo la centralidad del cuidado como respuesta, de nuevo la necesidad de equipamientos cerrados por patentes y reglas estrictas de circulación (donde cruzan la expertocracia sanitaria y el libre mercado). Pero con algunas diferencias…

La anterior crisis sacó la inventiva cacharrera, un despliegue de ñapas, makeos, impresión 3D e iniciativas do-it-yourself para todo tipo de actividades. Esa crisis afectó de lleno a arquitectura y diseño, pero el mundo de la salud se protegió: era una experimentación peligrosa…

La lucha de la salud se centró en torno a su sostenimiento público, pero más allá de la discusión sobre los medicamentos genéricos, la pregunta por la tecnología no parecía abrirse, aun cuando se planteó su importancia con fuerza (e.g. ortopedias y ayudas técnicas abiertas)

La experimentación urbana de lugares como Can Batlló o el Campo de Cebada, el handmade urbanism… generaron un contexto para explorar otros modos de hacer ciudad con infraestructuras abiertas. Todo eso ha ido cayendo tristemente en desgracia: mucho esfuerzo y poca institución

Ahora se abre un nuevo campo tecno-político, todavía más clausurado que el anterior: ¿Permitirá esta situación de colapso sanitario abrir a indagación y sostenimiento con infraestructuras públicas la experimentación con la reapropiación de los medios del cuidado? El tiempo dirá

(2) Ahora, como entonces, eso hallazgos y soluciones prácticas necesitan abrirse y circular, saberes y conocimientos experienciales que brotan y se convierten en ideas que vienen y van. Se documenta para compartir, pero también para no olvidar

Y, de nuevo, comienza la panoplia de plataformas digitales para su archivado centralizado, su etiquetado y categorización: webs, canales de telegram, pero también Twitter como archivo de una sociedad cacharrera que busca auto-inscribirse para subsistir, cuando no existir…

Con una gran diferencia: hace diez años, lo online era un apoyo o soporte, quedando el vínculo corpóreo en una centralidad; en la distancia de un confinamiento a distancia, sin embargo, esa documentación digital cobra una importancia nuclear

Desaparecieron muchos de esos archivos insurgentes de la experiencia crítica de hace años: no les pudimos meter ganas, esfuerzo, manutención y cuidado a todos ellos – algunos han subsistido, muchos gracias al uso de plataformas blog cuyos servidores siguen en activo

¿Olvidaremos y haremos caer en el olvido todo lo aprendido, los trazos de lo nuevo que emerge, las soluciones atemporales, los dramas del momento? Cierto, necesitamos olvidar para vivir, pero el registro digital es frágil ¿Dejaremos que nos pase lo mismo otra vez? ¿Qué hacer?

PD. Aquí acordándome mucho de cientos de conversaciones con @entornoalasilla @adolfoestalella @acorsin @cboserman @jararocha @blancallen @birrabel @dlopezgom @CareNet_IN3 @zuloark @Makeatuvida @Alephvoid @autofabricantes @alafuente@janinakehr @SaraLF @crinamoreno

PD2. Pero también pensando en todo lo que están abriendo @frenalacurva @ItaliaCovid19 @CovidAidUK @nwspk y la cantidad de profesionales del mundo sanitario documentando su inventiva

PD3. Y también muchas de las conversaciones recientes con @janinakehr @SaraLF @crinamoreno – fuente de tantas reflexiones interesantes

Adaptación de un hilo publicado originalmente en Twitter

Picture credits: Patent spec of Le Prieur regulator (1946-47) (Wikimedia Commons)

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DIY Anthropology: Disciplinary knowledge in crisis

Adolfo Estalella and I take part in a thematic section of the ANUAC. Journal of the Italian Society of Cultural Anthropology, titled Changing margins and relations within European anthropology. In it we shift from a discussion around the geo-political identity of anthropology to its status as a scholarly discipline.

Ours is a situated account of how a particular setting and moment in time affected our anthropological practice: The beginning of the 2010s was a period of political unrest in Spain. Like many other countries, it suffered the harsh effects of the 2007-2008 global financial crisis. However, despite the crisis (or maybe because of it) cities experienced a moment of political creativity and urban inventiveness: People occupied empty buildings and unused plots of vacant land to create all kind of projects, refurnishing the city with an impulse to reanimate collective forms of life. All kind of knowledges blossomed in these initiatives. Our several-years-long ethnographic investigations were carried out in this period in Spain’s main two cities (Madrid and Barcelona)

Thrown into an urban landscape left behind by a policy of financial austerity, we worked intimately with architects, activist designers, and bodily diverse people. Singularly and unexpectedly for us, we found in them the companions we lacked in our local institutional academic contexts. They turned into epistemic partners: companions in the shared endeavour of producing anthropological problematisations. Under these circumstances, the knowledge we produced at the time emerged out of a moment of crisis: knowledge in crisis

We do not intend to argue on the European condition of our anthropological practice, neither we are interested in tracing geo-political frontiers of disciplinary imaginations. Instead, drawing on our ethnographic experience – and the collaborations we established with our epistemic partners in the field – we feel urged to problematize the disciplinary boundaries anthropology conventionally tends to assume

Hence, in the article we offer an account of the interstitial spaces that we both inhabited “in the vacuum of tradition” in the recent Spanish crisis, and how that enabled us to articulate singular relations with variegated epistemic partners with whom we set up distinct ambiances of care. In our ethnographic description we pay attention to the blurring of institutional and scholarly infrastructures and modes of togetherness. In describing the particular transformations – or “intraventions” – that these joint spaces enacted, we would like to intimate a different figuration anthropology took in our practice: Not a disciplinary field but a field of experimental collaborations.

As we show, treating our ethnographic counterparts as epistemic partners has the potential to retrofit our institutionalized settings and disciplinary practices. The anthropology we describe, hence, is one assembled from scratch, caring for the mundane issues that very often are forgotten and rendered invisible: an anthropology done with others, a DIY anthropology?

El Campo de Cebada CC BY 2014 Manuel Domínguez Fernández

Abstract

This is an account of the transformations in our anthropological practice derived from working in the many interstitial spaces that opened up in the wake of the recent Spanish economic crisis. Ambulating in void spaces of Madrid and Barcelona, our anthropological practice was there re-built in ways that blurred our disciplinary boundaries. What there emerged was anthropology not as a disciplinary field, but as a field of experimental collaborations. A practice that re-learnt its ways treating counterparts as true epistemic partners, and setting up distinct ambiances of care with them: not only to care for one another in situations of great difficulty, but mostly to care for our different forms of inquiry, addressing the very situations we were under. An anthropology done together with others, assembling from scratch a conceptual body, caring for the mundane issues that are very often forgotten and rendered invisible by disciplinary fields: A DIY anthropology?

Published in Anuac. Journal of the Italian Society of Cultural Anthropology, 8(2): 143-165 (co-written with Adolfo Estalella) | PDF

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Functional Diversity as a Politics of Design? – DISEÑA, 11 (Special issue on Design & Politics)

The Chilean journal DISEÑA has just published its latest bilingual issue (Spanish & English), a detailed reflection on the relations between Politics & Design (DISEÑA #11), carefully edited by Martín Tironi.

I collaborate with a reflection (pp. 148-159) on the ‘politics’ of design–in a Rancièrian sense–undertaken by ‘functional diversity’ activism after the 15-M uprisings, and my participation in the En torno a la silla collective.

¿La diversidad funcional como una política del diseño?

Este artículo es una indagación sobre el activismo de la “diversidad funcional” tras la ocupación de las plazas del 15-M español, y, más concretamente, acerca de cómo a partir de ella la diversidad funcional se convierte en un repertorio que politiza el diseño (particularmente el mercado de ayudas técnicas y entornos accesibles desarrollados de acuerdo con el modelo social de la discapacidad). Para apuntalar una lectura de la política del diseño —en el sentido de la filosofía política de Jacques Rancière— que ahí aparece, tomaré como caso un pequeño proyecto colaborativo desarrollado por el colectivo de diseño abierto radicado en Barcelona En torno a la silla.

15-M _ Diversidad funcional _ En torno a la silla _ política del diseño _ Rancière

Functional diversity as a politics of design?

This article is an inquiry into the activism around ‘functional diversity’ after the public square occupations of the Spanish 15-M movement; and, more specifically, how, in them, ‘functional diversity’ developed into a repertoire for the politicisation of design (notably, the market of technical aids and accessible environments created according to the social model of disability). To underpin the particular reading of the politics of design —in the sense developed by political philosopher Jacques Rancière— that appears there, I will describe a small collaborative project put together by the Barcelona-based open design collective En torno a la silla.

15M _ En torno a la silla _ Functional diversity _ Politics of design _ Rancière

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Estados alterados: Un taller catártico-terapéutico para pensar el Estado de los STS (Red esCTS)

Llamada a participación

Formato especial del encuentro de la Red esCTS en Lisboa, 7-9 junio 2017

Organizado por Nizaiá Cassián, Gonzalo Correa & Tomás Sánchez Criado

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Estados alterados: Hoy en día se nos aparecen Estados por todas partes, pero en los estados más diversos. Los nacionalismos los toman para sí, los miman, los cuidan (a sus des-maneras) y los reclaman para reivindicar las fronteras de la pureza unitaria, inventando a veces nuevas formas del fascismo. Un runrún neoliberal nos los quiere recortar a toda costa, privatizándolos o externalizándolos. Mientras tanto, movimientos vecinales y ciudadanos de diferente tipo reivindican y practican otras formas de lo público y de lo común no estatal. Nuevos municipalismos, plataformas y colectivos ciudadanos movidos por la idea de un gobierno de los ciudadanos, experimentan con diferentes formatos y dispositivos de toma de decisiones:  nuevos objetos, nuevos laboratorios y ensoñaciones institucionales que producen grietas, pero que en ocasiones abren también muy diferentes formas de estabilización o coqueteos con formas alternativas de gestión, pobladas por nuevos expertos y técnicos con sus métodos alterados y alterantes. Pero también tenemos la incesante y perpetua producción de siempre nuevas formas de exclusión, con sus barreras morales (más o menos bienpensantes), sus fronteras y muros, sus desclasados y parias, y sus formas de arreglárselas al margen del estado.

Estados que son estados de ánimo: de esperanza, de desesperación, de alegría, de inquietud, de satisfacción, de experimentación en la incertidumbre, de indignación, de tristeza, de miedo, de paranoia o de control. Estados que son estados de cosas: donde se acomodan, congregan, dispersan y predisponen los cuerpos, con sus posiciones, disposiciones e indisposiciones.

Estados alterados: es una llamada a re-pensar el Estado de los STS. Esto es, no sólo a reflexionar sobre la manera en que se ha pensado la cuestión del Estado desde los STS, sino también las maneras en que nos relacionamos con sus diferentes esencializaciones y desencializaciones: el modo en que intervenimos en sus configuraciones diversas, las palabras e imágenes que ponemos en juego para hacerlos inteligibles, los métodos con que operamos y fabricamos distintos límites y topologías, en que lo dotamos de cuerpo o lo descorporeizamos, lo espoleamos o lo zancadilleamos. Y más particularmente cómo pensar o fabricar desde los STS una relación con lo estatal en estos particulares tiempos de crisis (crisis del estado de bienestar, pero también crisis del bienestar del estado; o de nuestros lenguajes, de los intersticios, complicidades y figuraciones de las que nos dotamos para dar cuenta de ello).

Quizá este sea el momento de pensar cómo alterar nuestras estados, cómo dar estabilidad a otras formas de lo im/posible, cómo repensar el Estado de los STS, librando la catarsis a las manos de una terapéutica colectiva.

Estados alterados: se propone como un taller catártico-terapéutico para alterarnos, trabajando las diferentes maneras en que los STS han alterado su mirada sobre lo estatal, así como sobre las formas en que nuevas alteraciones pudieran traer consigo una alteración relevante de esas maneras de mirar, hacer e intervenir en tiempos revueltos y convulsos. Para ello, nos convocamos a enviar distintos estados alterados, reflejados, pensados o imaginados a través de artefactos, objetos, viñetas etnográficas, materiales fotográficos o sonoros, fragmentos de noticias o discursos, definiciones académicas o disquisiciones peregrinas. Estados alterados que den cuenta de diferentes tipos de alteración, que nos obliguen a dirimir qué alteración requieren esos estados alterados.

El taller Estados alterados consistirá en (1) una breve contextualización para luego (2) presentar distintos estados alterados que sirvan de material clínico para nuestra exploración. Posteriormente (3) invitaremos a las participantes a reunirse en grupo para re-presentar, re-pensar y re-imaginar esas distintas alteraciones (en formato collage, actuación, o la alteración que se haga disponible). Finalmente (4) cada grupo ensayará una propuesta de catarsis colectiva, un modo de alterarse y relacionarse con esos estados alterados.

Envíanos tus propuestas de estados alterados a: estadosalterados2017@gmail.com | Fecha límite: 30 de abril de 2017

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Cultural Anthropology – Openings collection on ‘Speed’

culanth32-1-cover

The recent Cultural Anthropology, 32(1) contains an Openings collection on “Speed” edited by Vincent Duclos, Tomás Sánchez Criado, and Vinh-Kim Nguyen.

As the presentation of the issue states: ‘In their introductory essay, the editors discuss how they hope to open anthropological practice to speed by offering a “a timely probe into machinic, productive, pressurizing, and largely intangible energetics that operate within, across, and beyond specific social configurations and forms of life.”’

Another end of the world is possible, Université Paris Ouest Nanterre. Photo courtesy of Audrey Bochaton.

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Curso en la Maestría en Psicología Social, Universidad de La República – “Experimentos austeros: Los arreglos del cuidado en crisis”

2014-06-07-12-42-29

Desde el 3 al 17 de diciembre tendré el grandísimo gusto de poder estar en Montevideo, donde daré un curso y participaré en un laboratorio (esto último junto a Isaac Marrero) en la Maestría en Psicología Social de la Facultad de Psicología de la Universidad de La República, que por intermediación del queridísimo colega y amigo Gonzalo Correa (con quien tenía muchas ganas de poder tramar algo en común desde hace tiempo) ha financiado mi pasaje transatlántico y mi estancia. Agradezco enormemente el esfuerzo económico para hacer realidad el viaje y espero sólo poder compensarlo con las ganas que tengo de aprender de las realidades montevideanas y aportar en la medida de lo posible desde el trabajo que he venido realizando en los últimos años.

El curso tendrá lugar los días 5, 6, 7 y 8 de diciembre por la tarde y lleva por título “Experimentos austeros: Los arreglos del cuidado en crisis” (algo que en algún momento he pensado pudiera convertirse en el borrador de un libro o al menos de un intento de un argumento de amplio espectro–algo que quisiera poder reescribir y co-escribir con mis compas de En torno a la silla–, y agradezco enormemente la oportunidad brindada no sólo de poder presentar y discutir mi trabajo sino de tener un espacio experimental para ensayar el argumento en tan buena compañía).

Dejo por aquí la información detallada del curso.

Resumen

Este curso plantea una aproximación a las transformaciones contemporáneas en el cuidado y el auto-cuidado, prestando especial atención no sólo a sus aspectos sociales (roles de género sexualizados) o vinculados al trabajo corporal, sino a los arreglos e infraestructuras materiales. De forma más concreta, y siguiendo diferentes perspectivas dentro de la antropología de la ciencia y la tecnología, el curso pretende mostrar las democratizaciones tecnocientíficas desarrolladas en años recientes por el Movimiento de Vida Independiente (MVI): una particular forma de activismo encarnado que pone en el centro los soportes corporales, la interdependencia como fundamento para el auto-cuidado y la experiencia de la diversidad corporal. Empleando numerosos casos y el contexto de un estudio etnográfico llevado a cabo en Barcelona desde 2012–uno de los momentos de mayor efervescencia creativa y activista de la España de las medidas de austeridad, en una profunda crisis económica-financiera, institucional-democrática, moral, etc.-, el curso busca abrir un diálogo sobre los modos de teorización y de conceptualización de las infraestructuras vernáculas del cuidado, las formas de conocimiento que movilizan o las sensibilidades que concitan estos activistas del MVI. Y, particularmente, de qué manera sus “experimentos austeros” pudieran estar explorando o poniendo en práctica conceptos y modelos alternativos de bienestar.

Contenido

0) Introducción

– Una aproximación a las transformaciones contemporáneas en los arreglos socio-materiales del cuidado desde un estudio etnográfico en la España en crisis -económica-financiera, institucional-democrática, moral, etc.-, participando activamente en el colectivo En torno a la silla.

– Apunte sobre el método: Conceptualización vernácula y antropología de la ciencia y la tecnología.

– Dos grandes líneas temáticas:

  1. Cuerpo y formaciones socio-subjetivas fragmentarias y en formación: Una antropología pensada desde los soportes corporales y socio-subjetivos (Do kamo de Leenhardt y la revisión de Pazos, 2008) de la experiencia de la diversidad, lo que permitiría abrir un diálogo sobre las infraestructuras corporales/urbanas, las formas de conocimiento que movilizan y las sensibilidades que concitan.
  2. El cacharreo y sus arreglos como modo de materialización vernácula del cuidado, aspecto nuclear de esta historia.

 

1) El cacharreo como radicalización de las infraestructuras del auto-cuidado frente a la institucionalización y el cuidado familiar

– Discusión sobre el cuidado y el auto-cuidado:

  • El estado del bienestar español en discusión (1977-2006): el IMSERSO y su intento frágil y tecnocrático por ir más allá del asistencialismo, el familismo y el corporativismo; las leyes sobre discapacidad; la gran reforma de la “ley de dependencia”, el SAAD y el debate institucionalización vs. cuidado en el hogar (e.g. teleasistencia)
  • El Movimiento por la vida independiente (MVI) I: Disability Rights Movement y discusiones del concepto de cuidado / auto-cuidado
  • El MVI II : La creación del Foro de Vida Independiente y Divertad (FVID) y la diversidad funcional como concepto auto-representacional vernáculo del modelo social de la discapacidad; un foro en internet vs. el asociacionismo corporativista de la discapacidad (grandes asociaciones sectoriales y asociaciones de padres)
  • Las Oficinas de Vida Independiente (OVIs) y el asistente personal (AP) como figura de la interdependencia en discusión: el debate feminista de “Cojos y precarias haciendo vidas que importan”
  • Tecnología y MVI: entre el derecho a escoger las tecnologías o hacer lobby para su rediseño mediante pagos directos (Lifchez, Ratzka, Wienner, Werner) y la auto-fabricación
  • Radicalizaciones del cuidado: De las “comisiones de diversidad funcional” del 15M a Funcionamientos de Medialab-Prado y el surgimiento de En torno a la silla (ETS)

 

2) El cacharreo como activismo encarnado

– Figuraciones epistémicas y articulaciones relacionales en el activismo encarnado:

  • Democratizaciones tecnocientíficas y activismos encarnados: foros híbridos (Callon et al.), comunidades epistémicas (Akrich & Rabeharisoa), grupos concernidos (Callon & Rabeharisoa), epidemiología popular (Phil Brown et al.) y activismo basado en la evidencia (Akrich & Rabeharisoa et al.).
  • Lo social, lo técnico y lo subjetivo en el activismo encarnado I: “tecnologías del yo” y “política de la amistad” (Foucault)
  • Lo social, lo técnico y lo subjetivo en el activismo encarnado II: “Regímenes de im/perceptibilidad”, “immodest witnessing” y “seizing the means of reproduction” (Michelle Murphy)
  • Lo social, lo técnico y lo subjetivo en el activismo encarnado III: La pregunta por “cómo vivir en común” (Barthes)
  • El cacharreo como “interfaz documental” y como “tecnología de la amistad” en ETS

 

3) El cacharreo y la experimentación austera con los arreglos del bienestar en crisis

– Discusión sobre infraestructuras del estado del bienestar, su gubernamentalidad y sus agenciamientos mercantiles:

  • Una vida de catálogo: El catálogo orto-protésico como un dispensario público subvencionado de ayudas técnicas producidas por actores privados; el catálogo como espacio de gestión gubernamental y mutualización mediada por el estado; el catálogo como “dispositivo de mercado” o “agenciamiento mercantil” que in/habilita particulares agencias económicas (Callon et al.)
  • Alternativas institucionales al dispensario: El caso del INTI de Argentina y el encuentro Tecnologías de Bajo Coste del CEAPAT español
  • Modelos del estado del bienestar (Esping-Andersen) y regímenes del cuidado (J. Jenson et al.) y mitos fundacionales del estado (Taussig)
  • Antropología del estado del bienestar sureuropeo como proyecto permanentemente inacabado (Muehlebach y el relato más allá del debate Mauss/Douglas o Foucault/Rose sobre el estado del bienestar y sus formas de gubernamentalidad; la singularidad del gran proyecto de estado postfranquista-Expo, Barcelona ’92- y sus continuidades con el franquismo, la relación con la arquitectura y el desarrollo urbano; la “ley de dependencia” como gran nuevo relato de la España moderna: “el cuarto pilar del Estado del bienestar”)
  • El bienestar entra en crisis: impagos, medidas de austeridad, co-pagos, retrasos y la neo-vulnerabilización de “los vulnerables”
  • Experimentos austeros cacharreando con el concepto y las infraestructuras del cuidado: Diversitat Funcional 15M, Primavera Cacharrera, Pornortopedia/Yes We Fuck, Cacharratón y Red Cacharrera (analogía con la iniciativa mexicana PROJIMO); la austeridad como fragilidad material y vulnerabilidad de los soportes y de su sostén relacional; la imposibilidad de constituir un agenciamiento mercantil (agentes que no se pueden convertir en emprendedores, productos no vendibles, acceso a materiales poco nobles y/o reciclados, etc.)

 

4) El cacharreo y el diseño abierto como construcción conjunta de problemas

– Discusión sobre el significado y la función social del diseño y su apertura en un contexto de cultura libre:

  • Diseño crítico, especulativo y adversarial
  • Diseño participativo/colaborativo: Formalismos democráticos y la revolución de los usuarios
  • Diseño abierto I: Documentar la auto-fabricación y la arquitectura de la necesidad (“Architecture without architects”, “Whole Earth Catalogue”, “Cultura materiale extraurbana”, “Rikimbili”, “Handmade urbanism”)
  • Diseño abierto II: Movimiento maker, amateur experts, crowd-sourcing y emprendeduría neoliberal
  • Diseño abierto III: Critical making
  • El cacharreo de ETS como un hacer vernáculo, cuidadoso y frágil a la vez, centrado en construir problemas conjuntamente sobre el diseño y la economía de las ayudas técnicas.

 

5) El cacharreo documental y la experimentación etnográfica

– Discusión sobre experimentación etnográfica:

  • La etnografía en los sitios antropológicos de la contemporaneidad: Para-sitios y comunidades epistémicas (Rabinow et al.; Marcus & Holmes)
  • Colaboración epistémica: diferentes modos de co-laborar (Riles, Fortun et al., Tsing et al., Kelty et al.)
  • Experimentación y observación: Breve excurso sobre el uso de estos conceptos en historia de la ciencia, STS y antropología
  • Dispositivos de campo y el sitiar/situar el campo
  • Cacharreos documentales: Inscripciones, elicitaciones, realizaciones, elaboraciones y representaciones de/del campo
  • Colaboraciones experimentales: ETS como lugar del cacharreo etnográfico.

 

Bibliografía básica

Agulló, C. et al. (2011). Cojos y precarias haciendo vidas que importan. Cuaderno sobre una alianza imprescindible. Madrid: Traficantes de sueños.

Akrich, M. (2010). From Communities of Practice to Epistemic Communities: Health Mobilizations on the Internet. Sociological Research Online, 15(2).

Brown, P. et al. (Eds.). (2011). Contested Illnesses: Citizens, Science, and Health Social Movements. Berkeley, CA: Univ of California Press.

Callon, M. (2008). Economic Markets and the Rise of Interactive Agencements: From Prosthetic Agencies to Habilitated Agencies. In T. Pinch & R. Swedberg (Eds.), Living in a Material World: Economic Sociology meets Science and Technology Studies (pp. 29–56). Cambridge, MA: MIT Press.

Callon, M., Lascoumes, P., & Barthe, Y. (2011). Acting in an Uncertain World: An Essay on Technical Democracy. (G. Burchell, Trans.). Cambridge, MA: MIT Press.

Callon, M., & Rabeharisoa, V. (2008). The Growing Engagement of Emergent Concerned Groups in Political and Economic Life: Lessons from the French Association of Neuromuscular Disease Patients. Science, Technology & Human Values, 33(2), 230–261.

Callon, M. et al. (2013). Sociologie des agencements marchands : Textes choisis. Paris: Presses de l’École de Mines.

Estalella, A. & Sánchez Criado, T. (Eds.) (2017). Experimental collaborations: Ethnography through fieldwork devices. Oxford: Berghahn.

Muehlebach, A. (2012). The Moral Neoliberal: Welfare and Citizenship in Italy. Chicago: University Of Chicago Press.

Murphy, M. (2012). Seizing the Means of Reproduction: Entanglements of Feminism, Health, and Technoscience. Durham, NC: Duke University Press.

Murphy, M. (2006). Sick Building Syndrome and the Problem of Uncertainty: Environmental Politics, Technoscience, and Women Workers. Durham, NC: Duke University Press.

Pazos, Á. (2008). El otro como sí-mismo. Observaciones antropológicas sobre las tecnologías de la subjetividad. In T. Sánchez Criado (Ed.), Tecnogénesis. La construcción técnica de las ecologías humanas (Vol. 2, pp. 145–166). Madrid: Antropólogos Iberoamericanos en Red.

Rabeharisoa, V., Moreira, T., & Akrich, M. (2014). Evidence-based activism: Patients’, users’ and activists’ groups in knowledge society. BioSocieties, 9(2), 111–128.

Sánchez Criado, T., Rodríguez-Giralt, I., & Mencaroni, A. (2016). Care in the (critical) making. Open prototyping, or the radicalisation of independent-living politics. ALTER – European Journal of Disability Research / Revue Européenne de Recherche Sur Le Handicap, 10(2016), 24–39.

Sánchez Criado, T., & Cereceda, M. (2016). Urban accessibility issues: Technoscientific democratizations at the documentation interface. City, 20(4), 611–628.

Sánchez Criado, T., & Rodríguez-Giralt, I. (2016). Caring through Design?: En torno a la silla and the “Joint Problem-Making” of Technical Aids. In C. Bates, R. Imrie, & K. Kullman (Eds.), Care and Design: Bodies, Buildings, Cities (pp. 200–220). Oxford: Wiley.

Shakespeare, T. (2006). Disability Rights and Wrongs. London: Routledge.

Werner, D. (Ed.). (1998). Nothing About Us Without Us: Developing Innovative Technologies For, By, and With Disabled Persons. Palo Alto, CA: Health Wrights.

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MCTS, TU Munich – Research Colloquium: ‘Tinkering with care’

Tutorial rampa portátil, En torno a la silla CC BY NC SA 2015

On Tuesday, 25 Oct 2016, Dr. Tomás S. Criado (MCTS) will give a talk on “Tinkering with care: Austere experiments with alternative welfare infrastructures” at the MCTS (TU Munich) Research Colloquium.

The event will take place at MCTS, Augustenstr. 46, seminar room 270 and start at 5:00 pm.

The MCTS Research Colloquium is designed to present recent Science and Technology Studies projects as well as to stimulate discussion on the various research activities by MCTS scholars and their guests.

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Abstract for the talk

Once considered the primary institutional expression of care in the global North, the Welfare State and its infrastructures are now under great strains. Apart from neoliberal attempts at streamlining ‘the social’, different versions of Welfare across Europe have also been contested by disability rights movements due to their articulation around ‘dependence’. In this presentation, I will show a particular set of experiments at tinkering with such articulations of care and citizenship in particularly ‘austere’ times. Indeed, I will reflect on the practices I have been studying ethnographically in the past years in Spain, involving activist self-management or auto-fabrication of self-care devices by independent-living collectives. This is a response to both recent legal developments, the inadequacy of standardized market products, the increasing lack of funds, and the cracks in the public services, such as the system of provision of technical aids–a particular care regime I will generically refer to as ‘the catalogue’. As part of my involvement with different collectives tinkering, in their own idiom, with care arrangements, I will narrate the collaborative design practices and the strategies of different independent-living activists and engaged professionals attempting to bring into existence alternative and more caring forms of envisioning, materializing and valuing these arrangements. In sheer contrast with the state/corporate expert-based ‘catalogue’ of products and services, tinkering with care for these groups entails engaging in austere and fragile self-experimental design practices where alternative epistemic, economic and political ‘regimes of co-production’ (experience-based, collaborative, and self-produced) are tested and demonstrated. In describing this, I will not only try to ethnographically take issue with the understandings of welfare ‘otherwise’ they bring to the fore, but also with how they might help us address, in a more vernacular light, the different notions of care being developed recently in STS.